La paciencia del sembrador, la osadía de la semilla, la humildad de la levadura


Para el día de hoy (17/07/11):
Evangelio según San Mateo 13, 24-43

(Las tres parábolas con las que Jesús nos sale al encuentro en este domingo tienen un distingo muy particular: si por un momento nos detenemos y ponemos atención al detalle, descubrimos que en cada una de ellas comienza con "...el Reino de los Cielos se parece"...; habla del Reino en tiempo presente, pues el Reino acontece en el aquí y ahora.
A pesar de toda cizaña, contra toda lógica se nos viene creciendo con tenacidad, con confianza, con la esperanza de que la luz prevalece por entre la noche más cerrada.

El sembrador y dueño del campo es paciente, irrazonablemente paciente, tiene la certeza de la semilla que ha sembrado, la confianza en las bondades de la tierra y sabe que hay un horizonte inexorable de trigo y pan. En esa paciencia sabe que no hay lugar para los apuros inútiles, que todo tiene su tiempo de maduración, que importan los frutos, que a menudo la apariencia puede confundir y hacer daño, y más aún: si se arranca la cizaña que parece que se come el trigal, también se desarraiga el trigo y se muere.
Muchas mujeres y hombres trigales, mujeres y hombres de pan -cristianos o tal vez nó- han sido arrancados de la historia por esa voraz falta de esperanza, por esa impaciente desconfianza en el Reino que está sucediendo ahora mismo

Ahora mismo el Reino anda germinando silenciosamente; tiene el tamaño de una mínima semilla de mostaza, pero es una semilla osada y atrevida que no se desanima, y que será árbol frondoso en donde muchos se cobijen, y por ese Espíritu fértil que todo anima entre nosotros hay muchos que se atreven, que no se achican ni se acobardan y que humildemente hacen que la vida sea digna de ser vivida, aún cuando sean casi invisibles, aún cuando no cuenten para los poderosos, aún cuando pasen desapercibidos para la mayoría y a más de uno se le asome alguna que otra hojita de yuyo malo por entre las espigas santas.

No podemos ni debemos imaginarmos de otro modo que inmersos en esa masa amorfa, inútil y estéril que llamamos mundo: con la humildad de la levadura que siendo tan mínima como cada uno de nosotros, hace que fermente la paz y la justicia, la liberación y la compasión, la solidaridad y la misericordia)

Paz y Bien

2 comentarios:

Marian dijo...

Buenas tardes Ricarda: Tu siempre alimentándonos
con la Palabra de Dios.
Me ha llamado mucho la atención, lo que dices
de la humildad de la levadura.....
¡Mucha gracias por todo.
Dios te bendiga!!!

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Gracias a tí, Marian, y que la Palabra se nos vuelva tan imprescindible para todos nosotros como el aire que respiramos
Un abrazo en Cristo y María
Paz y Bien
Ricardo

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