Santos Joaquín y Ana, padres de la Virgen María
Para el día de hoy (26/07/11):
Evangelio según San Mateo 13, 36-43
(La imagen no puede ser más cercana: un Jesús cansado, que deja a la multitud, que regresa a su casa, que se aleja del ruido para compartir con los suyos momentos de paz hogareña.
Allí, en la mesa compartida y en el contacto cercano con ese Jesús que más que Maestro es un amigo, los discípulos logran comprender el sentido de sus enseñanzas, lejos de ruidos y apresuramientos.
Allí nosotros también hemos de reencontrarnos con ese Cristo al que a menudo gustamos de abandonar en la altura lejana de templos, en ideas desencarnadas, en cruces sin resurrección. Un Jesús tan humano, el más humano entre todos, Dios amigo y compañero que nos comparte la totalidad de la existencia a partir de los hechos más sencillos.
Sólo desde ese contacto profundo y cotidiano, es posible remontar lo duro de la afirmación que se explicita en el Evangelio para el día de hoy: en la historia se entreteje la eternidad a partir de lo humano junto con lo inhumano, paz y violencia, opresión y liberación.
La pregunta surge obvia: en un mundo que ha sido y será así ¿es posible ser feliz?. Cualquier utopía parece condenada de antemano; sin embargo, en esa afirmación se revela una resignación que es ajena a la Buena Noticia, como son ajenos también los cómodos y los satisfechos.
Quizás importa tanto el hacia donde vamos como el andar mismo: en estas turbulencias, con tanta noche que se nos impone, tenemos una vocación de mirada lejana, peregrinos de la esperanza.
Desde nuestra pequeñez y finitud, llevando al hombro nuestras miserias, habrá que atreverse a vivir en paz y en justicia, resplandeciendo de pura compasión y tolerancia en los días que se nos han regalado. Se trata de cotidianeidad y no tanto de sucesos esporádicos y espectaculares, se trata de cuidar al otro -hasta al enemigo- y ante todo, no hacer daño.
Un pequeño alto: en estos menesteres diarios de vivir la mejor de las noticias, no podemos pasar por alto a quienes hoy celebramos y recordamos, a Joaquín y Ana, padres de María, Madre de Jesús.
Ellos vieron crecer y cuidaron a aquella que cantó al Dios que hace maravillas en la historia, que exalta a los humildes y derriba a los poderosos de sus tronos, que socorre a los hambrientos, que rechaza a los ricos; María, que de tan pequeña fue la más grande, cuidándola y protegiéndola para luego retirarse en silencio, santos felices de la tarea cumplida, abuelos magníficos de ver más allá de lo evidente.
En los ojos de la hija intuyeron y entrevieron la mirada de Aquel galileo que sería la Salvación, un Niño Santo tan de ellos y de todo el pueblo, un Dios que acunan y que se les duerme en los brazos.
Los que hemos tenido la gracia de conocer y disfrutar la bendición de los abuelos, no podemos menos que regocijarnos con la memoria de Joaquín y Ana; sabemos bien que en todo abuelo hay madres y padres por partida doble, hay mujeres y hombres sabios que nos ven crecer, que nos cuidan y que son capaces de ver todo lo que podemos llegar a ser, la misma mirada del Dios de la Vida que es un Padre que nos ama y una Madre que nos protege)
Paz y Bien
Las viejas heridas
Hace 2 horas.
1 comentarios:
Gracias por el aviso, y desde aquí sumamos enlaces y especialmente oración
Paz y Bien
Ricardo
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