Para el día de hoy (11/10/10):
Evangelio según San Lucas 11, 29-32
(La búsqueda de una señal que sea garantía de un dios hecho a nuestra imagen y semejanza es perversa; perversa porque toda per-versión del alma obstruye cualquier con-versión, es decir, la capacidad de con-verger a un centro determinado. Mejor aún, hacer que el centro de todo sea la Palabra, Jesús de Nazareth hermano y Señor nuestro.
De los confines de ese mundo, había ido a Jerusalem la reina de Saba -mujer, negra y extranjera- con el ánimo dispuesto a beber la Sabiduría que rezumaba el rey Salomón. Y Jesús es la Sabiduría preanunciada por los profetas -algo más que Salomón-
Luego de permanecer tres días en el vientre del cetáceo -una muerte cierta- Jonás emergió y anunció las cosas de Dios en la gran capital Nínive, ciudad cabecera del enemigo, símbolo pleno de los extranjeros, de los extraños. Aún así, enemigos y ajenos, los ninivitas se convierten a ese Dios desconocido desde las palabras de ese profeta Jonás. Y Jesús es la plenitud de los profetas -algo más que Jonás-.
No se deberían pedir más señales.
Sólo hay una: la vida que prevalece por sobre la muerte. La Resurrección de Jesús -luego de tres días de permanecer en las oscuridades del sepulcro- es el signo definitivo.
Quizás tengamos que redescubrirnos como mensajeros de tumbas vacías...
A su vez, esa señal de vida que prevalece por sobre la muerte se multiplica a diario, y hay que saber abrir los ojos, especialmente nosotros que a menudo nos creemos con ciertos privilegios por pertenencia confesional.
Cuando florece la solidaridad, la generosidad, la entrega desinteresada, la inclusión, la liberación de los cautivos -aún en los confines de nuestros prejuicios- acontece el Reino y palpita nuevamente la Resurrección del Maestro)
Paz y Bien
Sólo estár....
Hace 4 horas.
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