Testigos de la Luz

Para el día de hoy (22/03/10)
Evangelio según San Juan 8, 12-20

(Según es usual, nos referimos a un testigo como a aquella persona que ha presenciado un acontecimiento determinado. Es alguien que sabe algo por haberlo visto y oído. Y cuando hay un proceso judicial, se le toma declaración testimonial, es decir, que ante el Tribunal declara fielmente acerca de aquello que ha visto y oído.
En ese proceso, la validez de lo que declara está sujeta a su credibilidad y a su legitimación como testigo.
En esos momentos, la verdad queda atada a la legitimidad del testigo.

En tiempos de la predicación de Jesús -no olvidemos, tiempos teocráticos en los que estaba intrínsecamente unido y regulado lo social por lo religioso- sólo era considerado válido en un juicio el testimonio de al menos dos personas acerca de un tema en cuestión, en un juicio.
Así la verdad dependía de esas dos declaraciones, y Jesús cuestiona ese modo... La verdad tiene una fuerza tal que a veces se manifiesta más allá de lo permitido y codificado por nuestras instituciones.

El Maestro dá testimonio de la verdad, y también son dos los testigos: Él cuenta lo que sabe y conoce acerca de su Padre, y a la vez el Padre dá testimonio de Él.
Para rabia de fariseos y escribas, su testimonio comienza con dos palabras muy caras a la fé de Israel -Yo soy-... Tal era el Nombre que Dios le había revelado a Moisés en el monte santo y por el cual debía ser conocido por el pueblo -Yahveh-.
Al identificarse así, se identificaba como Dios y eso sería motivo de blasfemia para esas almas mezquinas, una de las causas por las que buscarían su muerte.

Nosotros también estamos llamados a dar testimonio acerca de lo que sabemos y conocemos. Y, más que nunca, ese testimonio será válido de acuerdo a la credibilidad del testigo.
Estamos muy acostumbrados a la declamación constante y a menudo olvidamos la proclamación que comienza con la Palabra que se ha hecho vida diaria.

Pero la verdad prevalece.

Habrá que empezar a preguntarse si ese testimonio no debe comenzar por contar lo que nos ha sucedido y nos ha cambiado la existencia, aquello que sabemos y conocemos por haberlo vivido.

Somos llamados a dar testimonio de la luz en un mundo en tinieblas.
No hay que estar demasiado inquietos: la luz, con sólo mostrarse, disipa cualquier oscuridad por más cerrada que parezca esa noche.
Y la luz no nos pertenece, y esa luz de la que somos testigos tiene vida propia, y una fuerza tal que nada ni nadie puede apagarla)

Paz y Bien

4 comentarios:

Sor.Cecilia Codina Masachs dijo...

Me ha gustado mucho como ha tratado elevangelio de hoy lunes. Hoy sigue siendo válido, en lo civil que hayan dos testigos, nadie osaria decir lo que Jesús afirmó:«Yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es válido, porque sé de dónde he venido y a dónde voy».
Así nosotros que sabemos de dónde hemos venido, tras habernos sido dado el valor de ser criaturas nuevas y sabiendo también a dónde vamos,
tenemos que dar testimonio de lo que somos con las obras, como mencionaba San Atanásio en la carta nº 14, 1-2 pág 26,1419-1420, es dígna de meditar.
Reciba mi ternura
Sor.Cecilia Codina Masachs O.P

José Luis Carvajal dijo...

Muy interesante.Unidos en la oración.

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Es verdad, mi estimada sor Cecilia, las obras hechas por y desde el Reino dicen más que profusas declamaciones: son el testimonio por excelencia.
Le agradezco de todo corazón su presencia y sus palabras, y hoy especialmente la referencia a la carta de San Atanasio.
Reciba un afectuoso saludo en Cristo y María
Paz y Bien
Ricardo

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Un abrazo, padre Jose Luis.
Unidos en la oración para mayor gloria de Dios
Paz y Bien
Ricardo

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