Para el día de hoy (20/03/10)
Evangelio según San Juan 7, 40-53
(Así como Moisés separó las aguas del mar Rojo para el difícil paso hacia la libertad del pueblo de Israel, las palabras del Maestro también dividen las aguas de la historia.
Nadie estaba exento del poder que emanaba de su Palabra: algunos afirmaban que era un Profeta, otros que era el Mesías... Y también estaban los sabihondos fanáticos de siempre que cuestionaban lo que decía y lo que hacía por su origen escondido y humilde.
Sus raíces galileas eran causa de profundo desprecio, y desde esa cerrazón del alma lo juzgaban; y no creían en Él a causa de esos mismos orígenes.
El Maestro se identifica plenamente con los emigrantes despreciados.
Llega a tal extremo el desprecio que envían a la policía del Templo a detenerlo.
Ni modo. La Palabra de ese galileo es tan poderosa, que los guardias regresan con las manos vacías y mudos de asombro: - Nadie habló jamás como este hombre - dirán a los rabiosos fariseos y escribas, apropiadores de religión y almas.
Demudados de ira y de exterioridad, provocan su propio juicio: al excluir a Jesús por su origen y difamarlo, ellos mismos se autoexcluyen y reniegan de esa Salvación que se les entrega con bondad y gratuidad.
Es Cuaresma, tiempo de atravesar aguas divididas para llegar a la libertad de la tierra fértil de la Gracia.
Es tiempo de volver a preguntarse plenos de asombro quién es este hombre.
Que su Palabra se nos vuelva nuevamente única y asombrosa, y que podamos curarnos la ceguera de no ver su rostro en el hermano despreciado, excluído y marginado)
Paz y Bien
Fredy...
Hace 2 horas.
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