Maestro, servidor y humilde

Para el día de hoy (02/03/10)
Evangelio según San Mateo 23, 1-12

(Las palabras de Jesús son dirigidas a sus discípulos, de ayer y de hoy.

Hay que estar atentos para no ser carga para los hermanos; es preciso desterrar del corazón todo afán de figuración, de hipocresía y de vanidad, máxime cuando nos enfocamos en el anuncio de la Buena Noticia.

Pues cuando la Buena Noticia se anuncia sólo como doctrina a aprender pero no se hace vida, deja de ser anuncio y es causa de agobio y caída.

La Palabra es Palabra de Vida y Palabra Viva que debe encarnarse como primer paso a su anuncio.
Más aún: la Palabra hecha vida, quizás, no requiere de muchas palabras: la vida transformada es testimonio suficiente y habla por sí mismo de ese algo más allá de toda imaginación.

Es tiempo de Cuaresma, de volver a Dios y volver al hermano.

Volver con Jesús, el Maestro verdadero y único porque respaldó con su vida lo que predicaba, y volver con Abbá Padre, por el que todos somos hermanas y hermanos junto a ese Dios-con-nosotros.

Ese Dios que se ha hecho uno de nosotros, el último; Señor de la Historia y servidor de todos, Todopoderoso porque es el que es capaz de amar más.

Es tiempo de volver a nuestra medida justa -la humildad- y a la alegría de romper la coraza que nos aísla del prójimo mediante el servicio desinteresado, tras las huellas de ese Maestro que nos ama.

Somos llamados a ser discípulos, no maestros, no jefes, no señores: siervos humildes dependientes de la Misericordia infinita, hijos de la Gracia perpetua)

Paz y Bien

2 comentarios:

Angelo dijo...

Menudo consejo el que nos ofreces. No ser carga para los hermanos. He aquí el quit de la cuestión. Yo añadiría, ayudar a llevar su carga y ahí encontramos el amor. Estos día he podido vivirlo muy intensamente. Y por desgracia he sentido esa carga hacia el hermano. Pero ahí descubro la necesidad de volver una y otra vez al Señor. Gracias por vuestra oración.

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Querido Ángel, es un alegrón saberte bien y restablecido; y no me agradezcas las oraciones, es un privilegio y una gracia el unirse orando por el hermano que nos necesita.
Por otra parte, quizás lo que escribí no se trataba tanto de un consejo sino más bien de una vivencia personal y de una herencia magnífica que mis padres -ambos partieron el año pasado a la Casa del Padre- el hecho de no ser carga para los otros y, a la vez, como bien dices, ser un poco cireneos que lleven un poco de alivio en la cruz de tantos hermanas y hermanos sumidos en el sufrimiento.
Un abrazo en Cristo y María y mi oración por tu restablecimiento definitivo. Dios te bendiga, guarde y proteja.
Paz y Bien
Ricardo

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