Desacostumbrarse

Para el día de hoy (16/03/10)
Evangelio según San Juan 5, 1-16

(Por un lado, un clima de fiesta y celebración.
Por otro, rodeando la piscina de Betzatá, una multitud de enfermos abandonados a su suerte; los que pasaban por el Templo se habían acostumbrado a su presencia, y su respuesta era el destrato que se expresa en pasar de largo.

Y entre el nutrido grupo de enfermos e impedidos, había un hombre tendido al costado de la piscina; nos dice la Palabra que hacía...38 años que estaba enfermo!, y se encontraba allí acostado pues no había nadie capaz de sumergirlo en esas aguas, a las que atribuían en ese entonces milagrosos poderes curativos.

En esa multitud de mujeres y hombres impedidos, caídos a un costado están hoy muchas de nuestras hermanos y hermanos. Su agonía es de larga data, años y años de no poder ponerse en pié. están postrados de enfermedades, de hambre, de miseria, de explotación, de desprecio o, peor aún, de ignorancia expresa por nuestra parte.
Pasamos de largo frente a su dolor pues nos hemos acostumbrado al desorden establecido.
Y hoy como ayer son los ojos del Maestro los capaces de ver en verdad qué sucede y de expresar la infinita Misericordia de Dios en hechos concretos, haciendo presente el Reino a través de la ternura y la solidaridad.
No hay nada más prioritario.
-es dable pensar que nosotros, con nuestro acostumbramiento, somos los auténticos caídos-

Es tiempo de mirar con los ojos de Jesús, de ver al caído y hacerlo poner en pié.
Allí comienza el culto agradable a Dios, más importante que todos los sacrificios, aunque -como a Jesús- surjan impiadosas voces de anatema, prohibido, blasfemo que quebranta el sábado... o izquierdista, subversivo, heterodoxo o cuanto epíteto de una vasta y cruel colección anda dando vueltas.

-¿Quieres sanarte?- dice el Señor ayer y hoy

No hay excusas.

Que el Espíritu de Jesús nos cure de tanta ceguera y podamos desacostumbrarnos a tanto dolor permanente.
Quiera Dios que, de una vez por todas, asumamos como discípulos del Maestro, el dolor del otro como propio.
Va siendo hora que la realidad nos duela y que ejerzamos nuestra vocación del Reino y de la esperanza.)

Paz y Bien


6 comentarios:

Angelo dijo...

hay que tener muy presente a los que sufren. Muchas veces es mayor el dolor de su soledad, de no acudir a nadie donde consolarse. Una palabra de aliento puede ser un gran bálsamo para qel que está enfermo y no debemos omitirla. Gracias.

Anónimo dijo...

Dios está con nosotros a cada instante y su misericordia y bondad infinitas no distinguen, ésto es un vivo ejemplo de lo que nuestro padre quiere que profesemos nosotros, dios a sido maravilloso conmigo, dediquémosle diario unos minutos elevando una plegaria.

Sor.Cecilia Codina Masachs dijo...

No todos somos vulnerables a las necesidades de nuestros hermanos.Hay una cierta soliralidad frente a las grandes catástrofes, pero el día a día, ya es más difícil. ¿Cuantas veces se nos acercan indigentes de amor, indigentes de soledad y nosotros solemos responderle¡Vaya aquí detrás encontrara a Cáritas o más allá la Parróquia de san..allí le daran la ayuda que necesita?Y fijémomos que estamos diciendo, no tengo tiempo de atenderle al mismo Jesús que nos dijo: Quien da de beber a uno que tiene sed, me da de beber a mi. ¡Pero claro! humanamente hay clases, a Jesús no se le ve.
Conozco el mundo muy a fondo y somos un campo de buenas y malas cosechas, el caso es saber de qué lado queremos estar, naturalmente si doy mi misma piel para abrigar a un indigente estoy con el Señor de la historia y si no con aquel que no solo nos quiere robar la piel si no el alma.
Sor.Cecilia Codina Masachs O.P

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Qué gran verdad, querido amigo Ángel! A veces se pierde de vista el valor de una palabra o el servicio que se puede prestar con sólo escuchar... y sin embargo, es parte de nuestra misión y nuestro mandato como discípulos del Maestro.
Un abrazo en Cristo y María
Paz y Bien
Ricardo

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Mi herman@, sin la oración no vamos a ninguna parte y nos secamos como hojas de otoño; y esa plegaria es respuesta a la voz del Espíritu que nos hace decir Abbá!.
Como bien dicen tus palabras, Dios ha sido maravilloso con cada uno de nosotros y hay que comunicarlo a los que aún no lo saben.
Gracias por tus palabras.
Paz y Bien
Ricardo

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Mi querida sor Cecilia, usted ha dado verdadero sentido a las pobres palabras que intenté expresar en la reflexión: todo tiene principio en el propio corazón.
Si desde allí no vemos al hermano que sufre, no auxiliamos al niño en peligro, ¿cómo lo podremos hacer como comunidad, como Iglesia?.
Estoy totalmente de acuerdo con lo que plantea: hay que preguntarse con absoluta sinceridad -más en este tiempo de Cuaresma- de qué lado estamos.
Quiera el Espíritu del Señor guiar nuestros pasos.
Reciba un afectuoso y agradecido saludo fraterno en Cristo y María.
Paz y Bien
Ricardo

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