Para el día de hoy (06/09/11):
Evangelio según San Lucas 6, 12-19
(El Maestro pasa toda una noche en oración, en la soledad de la montaña.
Para una mirada literal, se ha pasado la noche en vela, rezando en un lugar alto y apartado. Pero tiene un significado mucho mayor.
La oración de Jesús era para Él una necesidad tan vital como respirar; era el momento del encuentro con su Padre, lejos de la repetición rítmica de frases y plegarias, tiempo de escucha y diálogo.
Y pasa toda la noche en oración, en identidad profunda con Abbá Padre suyo y nuestro; esa oración -toda oración- tendrá frutos.
En este caso, los frutos de esa oración es la elección de doce discípulos: no es cuestión azarosa, es decisión tan sagrada como es el llamado de todos y cada uno de nosotros y es envío -tal es el significado literal de apóstoles-.
Ellos han de ir con Él, su misión será la de Él.
Contra todo resabio de espectacularidad, superando cualquier especulación, Jesús elige a hombres con nombre y apellido, desde sus particularidades, con sus luces y sombras, a partir de su cotidianeidad.
Pescadores, recaudadores de impuestos, militantes políticos -zelotas-, estudiosos de las escrituras; tendrán sus quebrantos, uno lo traicionará en ese amor, otro lo negará aterido de miedo, todos negarán con fervor la derrota de la cruz.
Pero un Dios que es Padre, que mira más allá de cualquier apariencia, los mira y elije con ojos de Madre que sabe ver todo lo que pueden llegar a ser sus hijos, a pesar de renuncias y traiciones.
Y allí sí, hay que descender al llano. Multitudes dolientes llegadas de todas partes, agobiadas de dolor y soledad aguardan al Maestro y a los suyos.
La fuerza del Reino, la potencia infinita de la compasión y la Misericordia cura, sana y libera)
Paz y Bien
Para una mirada literal, se ha pasado la noche en vela, rezando en un lugar alto y apartado. Pero tiene un significado mucho mayor.
La oración de Jesús era para Él una necesidad tan vital como respirar; era el momento del encuentro con su Padre, lejos de la repetición rítmica de frases y plegarias, tiempo de escucha y diálogo.
Y pasa toda la noche en oración, en identidad profunda con Abbá Padre suyo y nuestro; esa oración -toda oración- tendrá frutos.
En este caso, los frutos de esa oración es la elección de doce discípulos: no es cuestión azarosa, es decisión tan sagrada como es el llamado de todos y cada uno de nosotros y es envío -tal es el significado literal de apóstoles-.
Ellos han de ir con Él, su misión será la de Él.
Contra todo resabio de espectacularidad, superando cualquier especulación, Jesús elige a hombres con nombre y apellido, desde sus particularidades, con sus luces y sombras, a partir de su cotidianeidad.
Pescadores, recaudadores de impuestos, militantes políticos -zelotas-, estudiosos de las escrituras; tendrán sus quebrantos, uno lo traicionará en ese amor, otro lo negará aterido de miedo, todos negarán con fervor la derrota de la cruz.
Pero un Dios que es Padre, que mira más allá de cualquier apariencia, los mira y elije con ojos de Madre que sabe ver todo lo que pueden llegar a ser sus hijos, a pesar de renuncias y traiciones.
Y allí sí, hay que descender al llano. Multitudes dolientes llegadas de todas partes, agobiadas de dolor y soledad aguardan al Maestro y a los suyos.
La fuerza del Reino, la potencia infinita de la compasión y la Misericordia cura, sana y libera)
Paz y Bien
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