La oración de los hermanos: pedir como niños, buscar el Reino, llamar al alejado

Para el día de hoy (25/07/10):
Evangelio según San Lucas 11, 1-13

(En algún punto del camino hemos perdido el rumbo; nos pasa que preferimos quedar librados al arbitrio de los estados de ánimo y renegamos de la brújula que nos lleva a puerto seguro, inclusive atravesando aguas turbulentas.
Esa brújula es la oración.

Tenemos todos y cada uno de nosotros vocación de pescadores, y sin embargo hemos preferido echar la pesada ancla de la petición y de la re-petición.
No sabemos pedir, no sabemos lo que pedimos, olvidamos a Quien le pedimos: y así, a menudo, pedimos -quizás sin darnos cuenta de tan acostumbrados- muchas culebras y otros tantos escorpiones.
Y la repetición: tal vez nos hemos aferrado a la falacia del mucho bláblá, de esa matemática estéril de que a mayor cantidad de oraciones replicadas maquinalmente lograrán obtener los favores divinos...

A Jesús le pedían los discípulos que les enseñara a orar: sin dudas, querían tener la misma relación de intimidad y conocimiento que Él tenía con Dios, y que ellos descubrían cuando Él oraba.
Y el Maestro enseña.

No hay una fórmula secreta, ni magia ni conjuro esotérico: revela -quita los velos que ocultan- el gran misterio, que Dios es Abbá ¡Papá!, y que ama con la solicitud y las entrañas de una Madre.

Esa es su esencia y nuestra raíz.
Por ese Ser Infinito que se nos descubre como Padre, maravillosamente somos hermanos pues somos hijas e hijos.
-La filiación es cuestión de amor que se nos ha regalado por Jesús, nuestro hermano y Señor-

No debemos engañarnos: el primer paso, las primacías le pertenecen por entero.
El Verbo -Logos, la Palabra- se ha hecho uno de nosotros para quebrar nuestro mutismo.
Y es Espíritu que nos hace reconocer al Creador como Abbá; ese Padre Misericordioso se dirige con ternura, paciencia y solicitud constantemente a cada uno de sus hijas e hijos, y quiere hablar con ellos. Así entonces, la oración -más que iniciativa nuestra- es más bien respuesta a ese Viento que nos hace latir y respirar.
Quizás haya que redescubrir la oración como una necesidad espiritual sí, pero totalmente afectiva: uno no le la espalda ni tapona sus oídos a quien ama, antes bien, son imperiosas y apremiantes esas ganas de hablar con el Amado.

La oración es misterio que nos sumerge y renueva en el misterio de Dios, Vida que se dona.
Por eso, a través de la oración de Jesús hacemos propias las cosas de Dios y del hermano, justicia y eternidad, pan y perdón, santidad y liberación.

Los hermanos de Jesús saben que tienen que pedir, y más todavía, pedir como niños. Un niño tiene necesidades concretas, se sabe carente de muchas cosas, y confía plenamente en su Padre. Sabe que ese Padre no lo defrauda ni lo abandona.
Y tiene cada vez una mayor ansia de pedir, porque se descubriendo pequeño y necesitado, y porque por sobre todo, como todo niño, se le colman los ojos de alegría cuando recibe regalos.
Quizás el fruto del pedir y descubrirnos limitados y menesterosos sea el sendero de la justicia de nuestra existencia, eso que llamamos humildad.

Los hermanos de Jesús piden como niños. Y no se quedan allí.
Ese Dios que les habla constantemente y les sale al encuentro no los deja librados a sus miserias, por eso esa fraternidad identificada desde el corazón con el Maestro busca el Reino y su justicia, vida plena y abundante para todos aquí y ahora con destino eterno, pues saben que la muerte no tiene la última palabra.

Los hermanos de Jesús llaman a la puerta del hermano perdido, del hermano que se ha alejado; llevan el pan caliente del perdón y la reconciliación, aceite y vino que cure las heridas que separan y dividen.

El Dios de Jesús, tu Dios, mi Dios es un manantial inagotable de agua fresca que alivia nuestros desiertos.
El Maestro nos convida en su copa a refrescar y volver fértiles tantos baldíos resecos, no tanto desde la oración, sino desde vidas orantes.

Los hermanos de Jesús, antes que repetir su plegaria a ese Padre tuyo, mío y nuestro... hacen que su vida cotidiana sea una plegaria.
Y se les nota en la mirada)

Paz y Bien




4 comentarios:

♥Alicia dijo...

En todo momento podemos volar hacia Dios en alas de la Oración.¡Gracias Señor!!

Mi querido amigo hermoso lo que publicaste.
Deseo q pases un feliz domingo junto a tu flia y amigos.
Paz y Bien
♥Alicia

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Gracias, Alicia! Un magnífico domingo para vos también junto a los tuyos, y una excelente semana
Paz y Bien
Ricardo

Unknown dijo...

Uno pasa algunos dias fuera de tu blog y cuando regresa ¿qué encuentra?
Una bella y profunda reflexión como dificilmente llegaré a pensar y aun menos sentir
Pero pediré a papá: cuando llegue mi edad quiero hacerlo así
En el Amigo,
Al + Mc

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Hermano, no creas que tengo demasiado; sinceramente y sin demasiados aspavientos, soy un mínimo bolígrafo descartable en Sus manos, que me descubro desoladamente adulto y suplico volver a ser de nuevo un niño en el corazón. No sé si hay otra manera de descubrir a Abbá y a Immá.
Un abrazo en nuestro Amigo
Paz y Bien
Ricardo

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