El dogma de la indiferencia

Para el día de hoy (13/07/10):
Evangelio según San Mateo 11, 20-24

(Jesús pasó haciendo el bien.
Muchas ciudades y pueblos fueron testigos de su Palabra de amor y esperanza y de los enfermos sanados, los espíritus liberados, los excluidos redimidos y reintegrados a la comunidad.

Pasó haciendo el bien, y regaló una multiplicidad de signos -milagros- que reflejaban el amor incondicional de Abbá Padre de Jesús y Padre nuestro.

Aún así, fué mejor recibido en las comarcas habitualmente defenestradas por se paganas o consideradas herejes, mientras que en los pueblos y ciudades de Israel -pueblo elegido y bendito- la Buena Noticia fué recibida con indiferencia y rechazada.

Nada de esto nos es ajeno.

En innumerables ocasiones el Maestro ha pasado por nuestras vidas, por nuestras comunidades, por nuestras ciudades, por nuestras naciones; hemos sido testigos privilegiados de su presencia, de su ternura, de lo que ha hecho por todos y cada uno de nosotros.
Es dable preguntarse cual ha sido nuestra respuesta y nuestra reacción a su paso.

Pues tampoco nos es ajeno que a veces nos volvemos cómodos, desoladamente conformistas y aferrados a dogmas que nos inventamos para nuestra conveniencia. Esas estructuras cerradas y aparentemente inamovibles nos vuelven tan indiferentes que nada nos parece nuevo ni bueno.
Parecería que nos basta con algunas imágenes prediseñadas que tenemos de Dios y de la vida en Dios... y es precisamente todo lo contrario.

Porque el Reino implica que la Buena Noticia es novedad diaria, siempre es Buena y siempre es Nueva, y eso trae consecuencias en nuestra relación con Dios y, por lo tanto, con los hermanos.

Quiera el Espíritu sacudir y derribar estos anaqueles de indiferencia que tanto daño hacen, que no nos dejan ver el paso de Jesús en nuestras vidas y por consiguiente, nos volvemos ciegos de reconocerlo en el rostro del hermano)

Paz y Bien

2 comentarios:

P. Enrique dijo...

Hermano Ricardo, que lástima que nuestro comportamiento sea así. Hace unos años me decía un sacerdote, que me cuidara de la falta de fe, pues a veces somos los mismos sacerdotes los que a veces podemos caer en la tentación de no creer, después de lo mucho que dios nos ha otorgado. George Bernanos lo dejó plasmado en su obra literaria "La Impostura", en donde narra la triste realidad de un sacerdote francés del siglo xix que se convierte en el único increyente, a pesar de que puede ver la devoción que todos los del pueblo tienen. Bueno yo lo tomo como algo que ilumina mi sacerdocio. pero lo que usted dice es apicable a todo cristiano, a todo ser humano. Gracias. Bendiciones

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Siempre es una alegría el reencuentro con usted, querido hermano, aún sabiendo que permanecemos en comunión por el misterio del Espíritu que nos congrega.
Bien lo dice usted: a todos nos involucra esta batalla -que a mi corto entender es la única y la principal-: la que se libra contra el propio egoísmo y la propia soberbia, que nos ocupan de manera inútil y estéril espacios en los que debería habitar el Dios de la Vida.
En ese Dios que nos congrega y sostiene, le envío un fraternal abrazo en Cristo y María.
Paz y Bien
Ricardo

PD: padre, necesito contarle algo que preferiría no hacer por aquí, pero no conozco su correo; ¿podría enviarme un email a detodoslosdias@gmail.com? Muchas gracias

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