Para el día de hoy (08/07/10):
Evangelio según San Mateo 10, 7-15
(El anuncio de la Buena Noticia está unido de manera raigal a signos y hechos concretos.
La proclamación del Reino de Dios -Dios entre nosotros- es eficaz, al igual que la Palabra: produce lo que se anuncia. Sin gestos y acciones para bien del hermano, la proclamación queda en pura declamación, en el anuncio abstracto de una noticia más, vacua y sin trascendencia.
El Maestro lo ha enseñado toda su vida y así nos invita a todos y cada uno de nosotros: somos mensajeros de la ternura que brota del Sagrado Corazón de Jesús y que se hace explícita en el socorro de los enfermos de toda dolencia, en traer a la vereda de la vida a aquellos que están sumidos en las sombras de la muerte, en la limpieza de tanta lepra de exclusión y miseria, en la expulsión de los demonios del egoísmo.
Esta ternura infinita es hermana de la liberación, pues ambas nacen de la Gracia: la gratuidad de la vida que se entrega generosa y solidariamente sin pedir nada a cambio. Ese amor que es mucho más que un sentimiento pasajero.
Y Jesús nos conoce, sabe bien que se anida en el corazón, conoce nuestras luces y nuestras sombras, por eso no vamos librados a nuestra suerte y dependientes de nuestras fuerzas.
En Él está nuestra suerte, en Él está todo lo necesario.
Por eso, el camino para superar esa declamación -en la que tristemente caemos a menudo- pasa por discernir y descubrir que lo esencial se nos vuelva en abundancia por la Providencia de Dios, Padre y Madre de Misericordia: no hay que preocuparse por alforja ni oro, por equipamientos ni dinero.
Llevamos un mensaje de paz y debemos -a pesar de todo- confiar en el otro, en el prójimo cercano y lejano.
Hagamos un alto: entre las recomendaciones del Maestro resalta la de buscar albergue en hogares de personas de paz: eso tiene implicaciones fundamentales en ese tiempo y especialmente en el nuestro.
A menudo, hablamos "de" los pobres, "de" los excluídos, "de" la misión... y ello implica que estamos en problemas, serios problemas.
Sólo se prolonga y aumenta la tarea de salvación de Jesús cuando, con Él, edificamos la comunidad y construimos el Reino desde el lugar del pobre, con los excluídos y nuestra vida entera se vuelve misión.
Queda en nuestras almas decidir si somos expectadores, participantes tibios o activos y comprometidos mensajeros de ternura y liberación.
Él habla por nosotros, Él obra desde nosotros.
Dios con nosotros, nada más hace falta)
Paz y Bien
Sólo estár....
Hace 1 hora.
3 comentarios:
Tienes mucha razón cuanta falta hace que se nos note que somos cristianos.
Besos.
Ricardo, pasa a recoger un premio para tí en mi blog.
Besos
Gracias María por este presente pero también, muchas gracias por tu presencia.
Continuamos orando con María de Guadalupe por los hermanos de Nuevo León
Un abrazo en Cristo y María
Paz y Bien
Ricardo
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