Esa mujer, apóstol de los apóstoles


Santa María Magdalena

Para el día de hoy (22/07/10):

Evangelio según San Juan 20, 1-2.11-18

(Ciertas tradiciones mezquinas no han tratado con bondad a María Magdalena; involuntariamente -o no tanto- se minimizaba su figura y desdibujaba su importancia.
Es más, se la utilizó -detrás de un guión falaz e insostenible histórica y bíblicamente- para obtener un pingüe negocio editorial y cinematográfico.

Pero quizás el primer error esté en detenerse en lo histórico, en lo biográfico... cuando en realidad se trata de una búsqueda espiritual del Resucitado.
En esa búsqueda orante de María de Magdala podemos también descubrirnos todos y cada uno de nosotros.

En María de Magdala está todo aquel -nosotros mismos- que busca en su vida la presencia viva y real de Jesús en su existencia; ¡el Señor está allí! pero no lo vemos, pues nos hemos puesto los anteojos de nuestros propios esquemas, nos convence más la imagen que nos conviene antes que verlo allí, descubrirlo vivo, tal como Él es.
Pero a pesar de todo, hay una búsqueda que tiene un trasfondo de amor, esa necesidad de estar junto al Amigo a quien se ama. Es insostenible e insoportable estar separados de Él.

En María de Magdala están esas gentes -nosotros mismos- quizás confundidos, quizás agobiados de tristeza y doblegados por el dolor, en un preguntarse los porqués y tratar de comprender el misterio del dolor, y que trata en soledad de encontrar soluciones que no existen.
Pues solos, individualmente, no somos capaces de ser fraternos y solidarios: la caridad expresada en el darse a los hermanos es ante todo, don del Espíritu del Resucitado.

En María de Magdala está el camino y la misión de todo discípulo: ella, con su tristeza y su tesón, con sus errores y sus miedos derrotados, se vuelve capaz de descubrir a quien había visto morir en la voracidad de la Cruz, vivo y junto a ella. Ella se vuelve la primera testigo del Resucitado, la que descubre a su Maestro... pues éste la ha llamado por su nombre, por su identidad única, tal como nos llama ahora, en este preciso instante que yo escribo y tú lees.

El Maestro está vivo, y nada ni nadie puede detener ese fuego que impulsa a llevar la mejor de las noticias a los hermanos.
Por amor, una mujer -esa mujer- se vuelve apóstol de los apóstoles.

Nosotros también, a veces, andamos necesitados de unas cuantas Magdalenas que nos digan a los gritos ¡He visto al Señor, Jesús está vivo!, para sacudirnos la modorra de la comodidad, para despertarnos del adormecimiento de la rutina, para desempolvar las esperanzas enmohecidas.)

Paz y Bien

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