Tu rostro en cada esquina


Tu rostro en cada esquina

Señor, que vea…
que vea tu rostro en cada esquina.
Que vea reír al desheredado,
con risa alegre y renacida
Que vea encenderse la ilusión
en los ojos apagados
de quien un día olvidó soñar y creer.
Que vea los brazos que,
ocultos, pero infatigables,
construyen milagros
de amor, de paz, de futuro.
Que vea oportunidad y llamada
donde a veces sólo hay bruma.
Que vea cómo la dignidad recuperada
cierra los infiernos del mundo
Que en otro vea a mi hermano,
en el espejo, un apóstol
y en mi interior te vislumbre.

Porque no quiero andar ciego,
perdido de tu presencia,
distraído por la nada…
equivocando mis pasos
hacia lugares sin tí.

Señor, que vea…
que vea tu rostro en cada esquina.

José María R. Olaizola, SJ

6 comentarios:

Angelo dijo...

Pidámoslo unos por otros. Gracias
Unidos en el Rosario de Hoy

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Sin dudas, querido amigo, quizás sea lo primero por lo que debamos rogar para volver a Dios en este tiempo de fiesta pascual, en camino a Pentecostés.
Un abrazo para tí y tu familia en Cristo y María
Paz y Bien
Ricardo

Teresa dijo...

Preciosa poesía. En tantos rincones podemos encontrar su rostro amado...
Pido a Dios que no quedemos nunca indiferentes ante su rostro, sus manos, su mirada y su voz que nos llama a través de nuestros hermanos. Un abrazo

Augusto dijo...

Qué lindo esto de intentar ver el rostro de Jesús en cada esquina... como dice la oración, ver "donde a veces sólo hay bruma".
Son tiempos estos de bastante bruma, sobre todo en nuestra realidad cuando hablamos de inseguridad y soluciones represivas, impidiéndonos ver al Jesús que es también ese pibe que me intenta robar o vive en estado permanente de violencia... Es más "visible" el Jesús que está en las víctimas directas, en las familias que sufren por la pérdida de un ser querido... ¿Pero somos capaces de ver a Jesús en los ojos del pibe que roba, que golpea, que se droga o que mata por unas pocas monedas? ¿podemos ver a Jesús en esa esquina, en la calle, en los "trapitos", en la villa, también como víctimas de otra "inseguridad"?... la falta de seguridad de un techo, de educación, de comida, de afecto, de calor, de familia, de salud, de trabajo...
Este es un tema que duele, duele mucho escuchar ciertas declaraciones de periodistas y "artistas", ciertos comentarios en la calle, en el taxi, entre amigos, ciertas "soluciones" represivas de gobernantes y dirigentes políticos. Ojalá en este tiempo de Pascua resucitemos en nosotros otra mirada, una mirada nueva, una mirada liberada de prejuicios, una mirada más humana, compasiva y solidaria con los crucificados de hoy.
"Señor, que vea…
que vea tu rostro en cada esquina.
Que vea reír al desheredado,
con risa alegre y renacida
Que vea encenderse la ilusión
en los ojos apagados
de quien un día olvidó soñar y creer..."
Amén.

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Así sea, Teresa. A veces uno se vuelve tan complejo y, sin embargo, las cosas del Reino son bien sencillas, y uno se desespera porque no encuentra a Jesús... y Él resplandece en el rostro del hermano, con mayor intensidad en los más pobres y olvidados.
Muchas gracias por tu presencia y tus palabras!
Un abrazo fraterno en Cristo y María.
Paz y Bien
Ricardo

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Lo que decís es dolorosamente real, Augusto. Somos cruelmente lineales: matemos al que mata, pongámosle grilletes al que roba, reprimamos...
Y la pregunta de porqué un pibe, un adolescente sale a matar, de porqué considera a la vida del otro una nada no la hacemos.
Con dolor hay que decir que para muchos la vida de ese pibe también es menos que nada, es el destrato absoluto que desconoce la existencia del otro -porque si por lo menos hbiera maltrato, existiría cierto grado de reconocimiento-. Hay un cinismo enquistado que hace una división tajante entre víctimas y victimarios, sin comprender quizás que todos son víctimas, y a eso, agregale que al igual que al Maestro, el provenir de determinado lugar -una villa, un país vecino- te convierte en sospechoso, en culpable por las dudas.
Quizás tengamos que recuperar ante todo la capacidad de llorar por nuestra incapacidad de ver a Jesús allí, donde el fango campea, y llorar por todas las víctimas...sean cuales fueren.
Y desde esas lágrimas, cambiar y cambiar del todo, y cantar con María al Dios que exalta a humildes y colma a los hambrientos, un Dios decidida y abiertamente del lado de los que sufren, un Dios que derriba a soberbios y poderosos.
Un abrazo grande en ese Dios que resplandece en el rostro de nuestros hermanos sumergidos.
Paz y Bien
Ricardo

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