Para el día de hoy (12/02/10)
Evangelio según San Marcos 7, 31-37
(Jesús seguía peregrinando por tierras paganas, por la Decápolis.
Los lugareños sabían que pasaba con este Hombre; le traen a su presencia a un sordo que, por su mismo problema, tenía serias dificultades para hablar, y le suplican que le imponga las manos como solía hacer con los enfermos, para poder curarlo.
La sanación de quien sufre es algo demasiado serio e importante para hacer de ello un espectáculo; quizás por ello, Jesús aparta a este hombre de la multitud, y a solas, le toca los oídos y la lengua, y elevando su alma a su Padre desde lo profundo de su ser exclama -¡Effetá!- -¡Ábrete!... Al instante, el hombre recuperó su capacidad de escucha y hablaba correctamente.
No hay nada que hacer: el Maestro siempre hace más, mucho más de lo que la gente espera.
Entonces, encomienda a la familia y amigos del hombre sanado que no cuenten nada de lo sucedido.
Ni modo: cuanto más se lo prohibía, con mayor vigor contaban a quien quisiera escucharlos el milagro que habían presenciado y vivido.
Todo nos involucra directamente.
Porque a menudo estamos enfermos de no oír ni escuchar la Palabra y, mucho menos al hermano.
Y hay que rogar que el Maestro nos haga recuperar el oído profundo.
Y que también nos cure la mudez, o el tartamudeo: el silencio, cuando no es fruto del encuentro con Dios, es consecuencia del mal.
No hay que callarse.
Quiera el Espíritu abrirnos los oídos y soltarnos la lengua, desatándonos de todo temor.
¡Effetá! no es una palabra mágica, un ábretesésamo, sino Palabra de Vida de Aquél que vá con nosotros.
¡Effetá! es también ¡Ánimo!
Cuanto mayores sean los intentos de silencio y mayores sean las prohibiciones, la Buena Noticia brotará por todas partes con más y más fuerza.
Es el fin del silencio: la Buena Noticia llega a toda la creación)
Paz y Bien
Las viejas heridas
Hace 4 horas.
2 comentarios:
Gracias, y que Jesús nos enseñe su silencio orante y su caridad elocuente. ¡Bendiciones!
Quiera el Espíritu nos vuelva cada vez más capaces de silencio para poder hablar y decir las cosas del Reino.
Gracias por tu comunión.
Un abrazo en Cristo y María.
Paz y Bien
Ricardo
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