Presentación del Señor
Para el día de hoy (02/02/10)
Evangelio según San Lucas 2, 22-40
(Observemos y miremos en silencio la escena de la Palabra para el día de hoy: es un joven matrimonio de campesinos galileos que se dirigen al Templo de Jerusalem con su pequeño hijo para dar cumplimiento a lo prescripto por la Ley mosaica, es decir, Korban Iodelet -sacrificio ofrecido por la purificación de la parturienta, María- y Kidush Bejorot -consagración a Dios y rescate de los primogénitos de Israel, por Jesús-.
Son decididamente pobres: ofrecen un par de tórtolas o pichones -valían unas pocas monedas-, la ofrenda prevista para los que no eran pudientes.
Y a ellos tres -ignoto grupo de galileos, insignificante, que se desdibujaba en la multitud habitual del Templo- se le presenta un anciano, y toma al bebé en su brazos; acunándolo, lo bendice y comienza a decir cosas extrañas de ese niño.
Sus padres estaban admirados.
El anciano Simeón alaba a su Dios: en ese Niño ha encontrado la salvación que esperó confiado toda una vida. Y más aún: ese Niño será causa de elevación y caída para muchos en Israel, y a su madre una espada filosa le atravesará el corazón, dejando al descubierto que cosas crecen en las almas de muchos.
Con la bendición de Simeón flotando en el aire y sin poder salir de su asombro y admiración, surge ante su presencia una anciana llamada Ana, de ochenta y cuatro años de edad, profetisa y servidora de Dios con ayunos y oraciones; esta anawin del Yaveh pertenece a la tribu de Aser -una de las más pequeñas tribus, cuyo significado es "Felicidad"- y es hija de Fanuel -que significa "rostro de Dios"-. Esta abuela descubre al niño con sus padres y no puede callarse: alaba a Dios y cuenta acerca de la presencia de ese Niño a todo aquel que espera la Redención.
Hasta aquí, los hechos.
Ante todo, lo obvio que podemos pasar de largo: es Jesús -en brazos de su Madre- quien se presenta, quien vá al encuentro de quienes lo esperan, y no tanto un Jesús que es posible encontrar por los méritos de quienes lo busquen.
Es año de Gracia y Misericordia.
Es Jesús quien se hace presencia, y los ojos capaces de verlo y descubrirlo son los de aquellos que esperan siempre, confiados en el Dios que siempre cumple sus promesas; y lo pueden ver también los que hacen de su vida ofrenda y oración.
Y cuando se lo descubre en ese Niño pobre y frágil con su Madre, surge la alabanza y el renacer.
Porque siempre hay tiempo de convertirse, aún cuando parezca que la vida llega a su fin.
Queda el preguntarnos si en verdad en nuestras palabras y con nuestra vida presentamos a ese Dios que se hace Niño para la salvación... o bien sólo efectuamos una representación de un dios que solemos inventarnos para nuestra conveniencia, cómodo, sin filo, a la medida, poderoso y encerrado en el fasto de algunos altares.
Dios se hace presente en nuestras vidas... cantemos la alegría de la liberación con Ana y Simeón)
Paz y Bien
Presentación o representación
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2 comentarios:
Encuentro nuevos bríos y fortaleza para peregrinar y luchar. Esa es la palabra mágica: "peregrina y lucha" confiado y esperanzado en el SEÑOR.
Cuando nos llega la depresión, el desaliento, la caída, el desánimo, la duda, la tribulación, la desconfianza, el enemigo, el sufrimiento, el desconcierto, la incomprensión, la traición, la burla, lo intolerable, la enfermedad, la ruina, la pobreza económica, la miseria... y cuantas cosas más nos puede llegar, es necesario continuar la peregrinación y la lucha sin dejar de ayunar, dar limosna y orar.
Esa es la luz, el testimonio y la Gracia que el ESPÍRITU me infunde a través de Simeón y Ana. Su premio fue presenciar y conocer al SEÑOR.
Un fuerte abrazo en XTO.JESÚS.
Nada es imposible si le abrimos la puerta a la vida de la Gracia, al renacer en el Espíritu, sea cuales fueren los años de edad que tengamos.
Gracias hermano y amigo por tu presencia constante.
Un abrazo en Cristo y María.
Paz y Bien
Ricardo
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