Para el día de hoy (26/02/10)
Evangelio según San Mateo 5, 20-26
(Reconciliación y justicia son presentadas por el Maestro como inseparables.
Quizás porque -al igual que los fariseos- tengamos la inveterada costumbre de pensar que hacemos cosas "por Dios".
Nada de eso.
Jesús viene a enseñarnos que debemos pararnos en otro sitio, el primordial, que es lo que Dios hace por nosotros, recibiéndonos como hijas e hijos a pesar de nuestras faltas, desbordante de misericordia y perdón a pesar de nuestros pecados.
Desde allí se construye la justicia del Reino.
Y esa justicia tiene un primer paso: la reconciliación con el hermano del que estoy separado: a veces se nos olvida que debemos perdonar y ser misericordiosos como el Padre lo es con cada uno de nosotros.
Desde esa reconciliación es posible la fraternidad... y cuando no sucede, cuando no la permitimos, nos ponemos en la misma estatura moral del homicida.
Cuando no hay perdón en nuestro corazón, todo lo malo es posible, pues la negación del perdón comienza en la soberbia, en el orgullo y el egoísmo.
Por eso también, es espúrea y falaz toda expresión de culto a Dios si antes no se franquean las distancias que nos han separado del hermano.
Por el contrario, el culto debería ser expresión de una comunidad -no de individuos reunidos en un templo- que pone a los pies de Dios sus penas y alegrías, que suplica perdón y perdona, que alaba a su Padre Eterno y a la vez considera al prójimo su hermano.
Vale repetirse: quiera Dios que en esta Cuaresma volvamos a Dios y al hermano)
Paz y Bien
Quizás porque -al igual que los fariseos- tengamos la inveterada costumbre de pensar que hacemos cosas "por Dios".
Nada de eso.
Jesús viene a enseñarnos que debemos pararnos en otro sitio, el primordial, que es lo que Dios hace por nosotros, recibiéndonos como hijas e hijos a pesar de nuestras faltas, desbordante de misericordia y perdón a pesar de nuestros pecados.
Desde allí se construye la justicia del Reino.
Y esa justicia tiene un primer paso: la reconciliación con el hermano del que estoy separado: a veces se nos olvida que debemos perdonar y ser misericordiosos como el Padre lo es con cada uno de nosotros.
Desde esa reconciliación es posible la fraternidad... y cuando no sucede, cuando no la permitimos, nos ponemos en la misma estatura moral del homicida.
Cuando no hay perdón en nuestro corazón, todo lo malo es posible, pues la negación del perdón comienza en la soberbia, en el orgullo y el egoísmo.
Por eso también, es espúrea y falaz toda expresión de culto a Dios si antes no se franquean las distancias que nos han separado del hermano.
Por el contrario, el culto debería ser expresión de una comunidad -no de individuos reunidos en un templo- que pone a los pies de Dios sus penas y alegrías, que suplica perdón y perdona, que alaba a su Padre Eterno y a la vez considera al prójimo su hermano.
Vale repetirse: quiera Dios que en esta Cuaresma volvamos a Dios y al hermano)
Paz y Bien
2 comentarios:
Gracias por su comentario,nos da luz.
El problema de una comunidad, es que no se sabe a veces comprender lo que significa "ser comunidad",para ello igual que comulgamos al Señor en la Euca´ristía,deberiamos comungarnos como una unidad eclesial y no individual.
Gracias por su aportación
Sor.Cecilia Codina Masachs O.P
Así es, mi estimada sor Cecilia: la Cuaresma es el momento ideal para volver a esas fuentes que Jesús nos regala en su entrega total en la Eucaristía, dejando de lado la individualidad del yo para pasar a la comun unión en el nosotros.
Un afectuoso saludo y gracias por su presencia y sus palabras.
Paz y Bien
Ricardo
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