Santo Toribio de Mogrovejo, obispo, patrono del Episcopado Latinoamericano
Para el día de hoy (27/04/17):
Evangelio según San Marcos 9, 35-38
La
tarea es enorme, y es tan grande el desafíoque puede amilanarse más de uno, decantando en razonadas justificaciones por las cosas
omitidas, por los compromisos abdicados, todas excusas para no navegar
mar adentro de la confianza, de la fé.
Pero
una de las cuestiones fundamentales de la convocatoria a esa tarea es
Aquél quien convoca, invita, confía en sus trabajadores. Los cosecheros,
mujeres y hombres frágiles seguidores, con todo y a pesar de todo, de
Cristo Resucitado, tienen por delante de sus ojos y sus existencias una
tarea que estará caracterizada y se decide por la compasión, es decir,
por el dolor del otro asumido genuinamente como propio, en la asombrosa
generosidad incondicional de la caridad.
Llevar
Buenas Noticias allí en donde nada es nuevo y nada es bueno. Esparcir
con alegre derroche la Gracia, que no es nuestra pero que fecunda la
tierra. Abrir sin miedos todas las puertas y las ventanas de la casa que
llamamos Iglesia, porque allí hay una mesa grande con lugares para
muchos, en el ágape de la vida concelebrada. Luchar mansamente y sin
descanso contra la soledad y la injusticia. Expulsar de las almas a toda
corrupción, con la fuerza de Aquél que se ha quedado para siempre.
La
viña no nos pertenece, y eso ha de esmerilarnos los orgullos y las
soberbias. Estos campos son de Otro, confiados a nuestro cuidado, en una
confianza desmedida y desproporcionada respecto de la aquella que
solemos depositar en Él.
Muy especialmente, hemos de reflexionar en la tarea de cosechar.
Cosechar no es cuestión de praxis continua y a menudo sin sentido, en las puras ganas de hacer.
Cosechar implica que ha habido germinación y crecimiento, y que hay frutos que recoger, frutos siempre buenos.
Cosechar es ante todo tarea de fé.
Cosechar es confiar, corazón adenrto, que el Espíritu que todo sostiene y empuja, y que sopla en donde quiere y por todas partes, ha suscitado por todas partes y en los sitios más insospechados, frutos santos, vitales, únicos, que esperan ser descubiertos y levantados, para que se re-cree la esperanza.
Esa, precisamente, es la tarea de los cosecheros. Y no hay suficientes.
Hacia
el Dueño de la viña vá nuestra plegaria, para redescubrirnos
trabajadores empeñados en santa tarea, y para que el Espíritu siga
creciéndonos pastores para tantas ovejas libradas a su suerte.
Paz y Bien
1 comentarios:
Gracias por su constante y grata presencia
Paz y Bien
Publicar un comentario