Nuestra Señora del Valle
Para el día de hoy (29/04/17):
Evangelio según San Juan 6, 16-21
La lectura que nos ofrece la liturgia del día es menester situarla en
contexto y cronología teológicas, es decir, espirituales; se desarrolla
como continuación inmediata al milagro de la multiplicación de panes y
peces y la multitud alimentada en el campo, en las cercanías de
Betsaida.
Luego de saciar el hambre de esos miles a partir de cinco panes humildes
y dos pescaditos, con la mirada estupefacta de los discípulos, todas
esas gentes -los Doce también- comienzan a vitorearle, presos de un
estado de euforia por el que quieren arrebatarle y a la fuerza hacerlo
rey de Israel.
Pero el Maestro se retira en soledad a la montaña, ámbito simbólico del
encuentro con Dios. Su Reino no es de este mundo, nada tiene que ver con
los poderes que reconocemos, lejos está de dominios y opresiones.
Se puede advertir, quizás de manera tácita, la decepción de los Doce.
Esos planes de coronación, el hambre de cercar a un nuevo rey poderoso
han sido derrumbados de golpe ante sus ojos, y ello se refleja en que
ellos suben a la barca para dirigirse a la otra orilla del lago, a
Cafarnaúm.
La memoria suele condicionarse por los estados anímicos, y allí hay un
puñado de hombres enojados porque se les han frustrado sus planes
torpes, y de ese modo se olvidan de su Maestro. Van solos mar adentro.
El lago Tiberiades -llamado mar de Galilea- se encuentra en una especie
de olla a doscientos metros bajo el nivel del mar, rodeado de cerros de
alturas elevadas, por lo que tal constitución geográfica hace que el
paso de los vientos por la zona desate fuertes tempestades sobre la
superficie de las aguas.
Así, ese pequeño grupo de hombres se ven sometidos a los cimbronazos de
la tormenta, situación por demás peligrosa aún cuando entre ellos hay
pescadores experimentados como Pedro y Andrés, Juan y Santiago.
Quizás no tambalea tanto la barca como sus almas y su confianza luego de
que esa imagen de un Mesías glorioso se les cayera de modo tan
contundente. No irán por Jerusalem, no impondrán un gobierno al modo que
imaginaba en sus ansias su pueblo. Sucede que las aguas se vuelven
turbulentas porque sus proyectos no son idénticos a los de Cristo. Sus
sueños no se condicen con los sueños de Dios, antes bien quieren un Dios
que se les asemeje a la imagen que de Él se han creado.
De allí que les sobrevenga el temor no por el mar encrespado que golpea
la frágil barca, sino por ese Cristo que han abandonado por rechazar
poderes terrenales, y ahora se les acerca con la majestad del amor
salvífico de Dios, un Dios todopoderoso precisamente porque ama, un Dios
que siempre tiende la mano para no hundirnos, un Cristo que camina por
sobre todas las aguas turbulentas en las que solemos arriesgar la
existencia.
Paz y Bien
1 comentarios:
Gracias, por su compartir, aunque para nosotros el evangelio es otro porque hoy celebremos en Europa la Patrona Santa Catalina de Siena, pero la palabra de Dios siempre tiene algo que decirnos en cada momento, Señor ayúdame a descubrir tu sueños sobre mi y poder hacerlos realidad, gracias.
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