Pan infinito










Para el día de hoy (28/04/17):  

Evangelio según San Juan 6, 1-15





Dos símbolos muy importantes enmarcan la lectura que nos brinda la liturgia del día: la montaña y la cercanía de la Pascua. La montaña como espacio propicio para el encuentro con Dios, y la Pascua como acción liberadora de Dios en favor de su pueblo.

La multitud que se congrega es enorme, aún para la época. Muchos siguen a Jesús de Nazareth por su fama de taumaturgo que a nadie rechaza y que realiza tantos milagros; otros, porque depositan en Él las esperanzas de liberación de la nación judía. Otros tantos, porque es el único que les presta atención, los olvidados que nadie tiene en cuenta. Como sea, lo buscan a partir de criterios individuales y limitados, nó como al Cristo, al Redentor de Dios, pues ni la multitud ni los discípulos alcanzan a comprender el verdadero carácter mesiánico del Maestro.

Pero sólo Él ha advertido el cansancio y el hambre, y también el hambre más profundo. Aún así, impulsa a los suyos a que busquen una solución, y la respuesta de Felipe es razonable, pero se resigna frente al aparente desafío insalvable, pero no puede obviarse que el Señor nos convoca a poner las manos, el cuerpo para hallar soluciones al hambre de los hermanos. No hay ambages ni abstracciones.
Con todo y a pesar de todo, las respuestas suelen encontrarse en los pequeños detalles, en los gestos sencillos y profundos como el almuerzo compartido por ese muchacho, almuerzo de pobre, cinco panes de cebada y dos pescaditos.

El pueblo de Israel peregrinó cuarenta años por el desierto luego de la Pascua; durante ese duro peregrinar, la mano bondadosa de Dios los asistía y sostenía a diario con el maná que debía consumirse sin guardarse. Cristo asiste y sostiene a su pueblo, pero sus dones nunca se pierden: la Gracia permanece para siempre, su Pan -Él mismo- es infinito.

Las canastas se llenan con lo que queda pero que no es resto ni sobra menor. Es el pan vivo que está preparado para todos los que vayan arribando al banquete universal al que toda la humanidad ha sido convidada, el pan que compartimos en la mesa santa de la Eucaristía.

Paz y Bien

1 comentarios:

camino dijo...

La montaña como espacio propicio para el encuentro con Dios, no lo había visto desde ese punto de vista gracias, buscare esa montaña, que son esos lugares de silencio donde realmente se puede hablar con él, en medio de tanto ruido, Señor, enséñame amarte cada vez mas en la Eucaristía, y gracias por tu presencia en ella, gracias, por su compartir que alimenta, muchas, gracias.

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