Domingo 3° de Pascua
Para el día de hoy (30/04/17):
Evangelio según San Lucas 24, 13-35
Cristo Resucitado se apareció en numerosas oportunidades a los suyos, y en muchas ocasiones no lo reconocieron de inmediato, les resultaba un rostro borroso, difuso. La corporeidad del Resucitado es un tema excluyente que ha sido y es motivo de profusos estudios teológicos y exegéticos; sin embargo y ante todo, la resurrección es una cuestión de fé, y desde ella reconocemos al Cristo vivo, al mismo Cristo que anduvo por los caminos anunciando la Buena Noticia, el mismo que murió en la cruz.
Estamos de los dos lados.
Somos los peregrinos que caminan hacia Emaús, con el morral del alma lleno de frustraciones, con los sueños truncos, seguramente asustados y con ganas de explicarle a Dios que no entiende, que no se dá cuenta lo que les pasa, las cosas terribles que suceden, un tiempo sin horizonte con un pasado que mejor lo vamos olvidando. Y junto a ellos Cristo que los acompaña en el camino, y no lo reconocen.
Pero también, el rostro del Señor se desdibuja para que allí estén nuestros rostros. La misión cristiana es caminar con las mujeres y los hombres de hoy, descubrir sus miradas resignadas, sus enojos, sus dolores, sus sueños demolidos y desde allí releer toda la historia, la propia historia, cada historia en clave de esperanza y de trascendencia. Que no todo es tenebroso, que hay otro tiempo y otro mundo posible, que nada se termina aquí, que todo está apenas comenzando.
Para muchos, la presencia silenciosa y comprensiva es un milagro.
En el pan que compartimos, en la hospitalidad incondicional, en el no pasar de largo -vocación samaritana- nos mantenemos firmes en el mandato de Aquél que nos eligió para ser sal de la tierra y luz del mundo.
En el pan compartido y la Palabra que escuchamos con atención volvemos a encontrarnos con el Cristo que a menudo extraviamos, y con Él nos atrevemos a internarnos en la noche, confiados en que llegará el día y amanecerá la Gracia.
Paz y Bien
1 comentarios:
Gracias, por la invitación de volver a encontrarnos con ÉL, Señor, haz que mi corazón arda por ti al escuchar tu palabra, gracias.
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