Para el día de hoy (07/11/10):
Evangelio según San Lucas 20, 27-38
(La intención de esos saduceos era tenderle una trampa dialéctica a Jesús, trampa que no estaba exenta de burla y desprecio.
Sin embargo, quizás lo verdaderamente gravoso de sus argumentos era ordenar e imaginar toda su vida pensando en un final que mutila toda esperanza, y que justifica el no cambiar, el mantener un status quo de miseria e indiferencia.
Pero el Maestro no cae en la trampa de una pregunta falaz, y responde a la pregunta que en verdad deberían haber/se hecho.
Abbá, Padre suyo y Padre Nuestro, es Dios Viviente y Dios de la Vida que se expresa desde su misma esencia amando.
Ese amor supone la donación de la vida; Jesús, astilla del mismo palo, no ha de ser diferente de su Padre y cumple totalmente esa esencia de amor y entrega.
El don mayor que es la vida se prodiga sin límites por ese Padre y Madre a todas sus hijas e hijos, que los quiere plenos y completos.
La Resurrección de Jesús es la noticia más extraordinaria de la Buena Nueva: la muerte no es final, ni principio. La muerte, para ese Dios viviente es Pascua, es decir, afirmar desde las entrañas que, a pesar de todo, la Vida prevalece.
Estamos de camino, peregrinos de la esperanza en la Resurrección, testigos de esa Vida que no se termina en este presente de tanta muerte, nutrido de tinieblas. Y la pregunta acerca de qué pasará después no procede, escapa a nuestra limitada razón; lo que importa es que las hijas e hijos de Dios vivirán para siempre.
En cada gesto, cada acción y cada palabra en la que la vida se haga presente y se acreciente, declaramos en silencio nuestra fidelidad al Resucitado y el Reino se hace presente con el empuje cierto de la pequeña semilla)
Paz y Bien
Las viejas heridas
Hace 5 horas.
2 comentarios:
Gracias.
Que Dios le bendiga.
Gracias a tí, Oceánida
Unidos en el misterio de la oración, seguiremos peregrinando.
Paz y Bien
Ricardo
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