Cerca, muy cerca


Para el día de hoy (14/11/10):
Evangelio según San Lucas 21, 5-19

(El Maestro es magníficamente insolente: basta con imaginarse los rostros demudados de aquellos que escuchaban su afirmación de que del Templo de Jerusalem no quedaría piedra sobre piedra.

Es que, por un lado, se quedaban en la belleza de los ornamentos y la delicadeza de las piedras, pura exterioridad que olvidaba al Dios que lo habitaba y que le daba sentido. Y por otro lado, es un tiempo nuevo, el tiempo de la Gracia.
Ahora, el Templo se multiplicará en millones de templos vivos y latientes en donde habitará el Dios de la Vida, piedras vivas que darán testimonio del Reino.

Ese testimonio es sanguíneo y visceral, surge de las mismas entrañas y se expresa con la totalidad de la existencia. No hay medias tintas: a menudo implica violencia y derramamiento de sangre.
No hemos de caer en la trampa de creer que esta violencia es agradable a Dios; el Creador es ¡Abbá!... ¿a qué Padre -que ama como una Madre- se le ocurriría desear el sufrimiento de uno solo de sus hijos?.
Sin embargo, a nosotros, mujeres y hombres que decimos seguir a Jesús de Nazareth, nos toca ser sus testigos; y el testimonio ha de ser así, extremo y total, asumiendo todo riesgo y superando todo miedo que nos ponga grilletes en el alma, pues somos testigos del Resucitado, mensajeros de la Pascua, portadores de la mejor de las noticias. La muerte no prevalece.

Él siempre estará cerca, muy cerca, y regresará definitivamente.

Cerca, muy cerca, en el rostro de los pobres, en los ojos de los niños, en la mano abierta y generosa, en la comunidad que recibe y contiene, en la solidaridad, en los que se aman a pesar de todo,en el Pan que se comparte y reparte, en la vida que se ofrece gratuitamente para que otros vivan.

Tan cerca está, que hablará por nosotros. Por ello mismo, no hay que prestar oídos a los profetas de lo nefasto, precursores del fin, agoreros de la tristeza, mundanos y -dicho con mucha tristeza- especialmente eclesiásticos.

Su cercanía debería impulsarnos a ese amor extremo en el hoy, en este presente, sabiendo que Él volverá y que la muerte no tiene la última palabra, desde la paciencia que es también constancia, desde la serena alegría que derrota todo dolor y vence cualquier amenaza que se cierne.

Está tan cerca, que nos habita en cada corazón)

Paz y Bien

2 comentarios:

Outsider friar dijo...

Mi colega el Padre J.M., que es un tipo que conjuga la humildad con una extraña inteligencia, empezó ayer el sermón de la misa vespertina diciendo: "Del templo de la Sagrada Familia no quedará piedra sobre piedra", así que, aunque luego explicó largo y tendido todo eso de que las realidades de este mundo están llamadas a pasar y que los inmortales somos nosotros, etc., yo creo que a alguna viejecita el casipatatús del inicio no se lo quita nadie.
Saludos, y gracias por este blog tan fecundo.

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Gracias por tus palabras, hermano; además de continuar intentando pensar qué es lo que verdaderamente permanece y qué es lo pasajero, no puedo dejar de pensar en esos rostros cuando el padre J.M. anunciaba del templo de la Sagrada Familia no quedaría piedra sobre piedra...
Que el Dios de la Vida ilumine y sea siempre el sustento de tu consagración y tu ministerio.
Un fraterno saludo en Cristo y María.
Paz y Bien
Ricardo

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