Un Dios de vivos, no de muertos

Para el día de hoy (02/06/10)
Evangelio según San Marcos 12, 18-27

(Los saduceos -al igual que muchos de nosotros- miraban y juzgaban la totalidad de la existencia desde sus propios esquemas: al hacerlo, no sólo minusvaloraban lo verdaderamente importante, sino que negaban la entrada a lo trascendente.

Así sucede cuando nos aferramos a normas y a ciertas tradiciones que damos por inamovibles y dogmáticas... Mientras que la Palabra es Palabra de Vida y más aún, Palabra Viva.

Cuando sucede ese tipo de juicio y censura -como los saduceos con la ley de levirato- realizamos el vano intento de medir lo inconmensurable desde las limitaciones de nuestra razón. Es como pretender que entre un glaciar dentro de un dedal.
Y desde esas argumentaciones falaces, es decir, que inducen a error, inclusive interpretamos los hechos que son plenos de misterio desde una óptica mezquina, llegando a conclusiones gravemente erróneas respecto del qué y del cómo de la existencia, especialmente en lo referido a la muerte.

Pero ante cualquier especulación confusa que implica condicionantes tales como el "estaba escrito", "es el destino" o peor aún, a tales acciones tales premios o tales castigos, como una lluvia fresca que despeja todo hollín de dudas resuena la voz del Maestro.

Dios es un Dios de vivos, no de muertos, y desde aquí podemos releer toda nuestra existencia.

En Dios está nuestro destino, eso que llamamos nuestra suerte.
Cristo ha resucitado y no hay mayor reafirmación de la voluntad eterna del Dios de la Vida: vida plena, abundante y eterna para todas sus hijas e hijos, sin distinción y sin condiciones.

Queda en nosotros redescubrir desde nuestra pequeñez y nuestro silencio el milagro del despertar cada día, y esa certeza de que nada se termina aquí en este mundo.

Jesús ha quebrado por y para todos nosotros los límites de la última frontera, y hacia allí vamos, peregrinos en una caravana que cada día, con la luz del Espíritu, será más y más nutrida)

Paz y Bien

6 comentarios:

Teresa dijo...

¡Qué tristeza perderse en cuestiones vanas! Cuántas veces me he encontrado con "razonamientos" de lo más humano para querer explicar lo más Divino. Nuestra soberbia nos impide aceptar que no podemos explicarlo todo y tratamos de encajar en nuestras mentes estrechas la grandeza de Dios. ¡Qué tristeza no querer abrirse al Misterio, sin más, despojados de todo!. Un abrazo.

Unknown dijo...

¡Tánto que criticamos este mundo y su cultura de la muerte... y qué poco se nos oye la razón de nuestra esperanza!
La Eternidad no es alargar sin más la vida de este mundo
¡Hablemos de la Vida!
Dejémosnos de frases como "hasta que la muerte nos separe" y digamos con toda su fuerza "todos los días de mi vida"
Porque si Dios quiere (que va a ser que sí) no me faltará un granito de fe. Y viviré por siempre.
No hablemos en las homilías de matrimonios que sse rompen
Hablemos de matrimonios que abrazaan la oportunidad de amarse eternamente
En el Amigo, una abrazo
Al + Mc

Salvador Pérez Alayón dijo...

Poco a poco me es más difícil entender cómo se puede pensar contra uno mismo y resignarse a morir o, muchos hay, creer en la reencarnación.

Siento cierto desasosiego al contemplar cómo se dejan vendar los ojos por un mundo caduco, limitado y finito.

Todos deseamos, desde lo más profundo de nuestro ser, la eternidad. Y por eso luchamos toda nuestra vida. La ciencia no para de buscar soluciones contra la muerte física, y, a pesar de no encontrarlas, todos anhelamos perpetuarnos espiritualmente.

¿Por qué no creer entonces en lo que nos promete JESÚS, después de ser ÉL el primer Resucitado? Si es eso lo que deseamos y late dentro de nosotros, Alguien la habrá sellado en nuestro corazón, porque lo que no se conoce no se puede ni pensar.

Es, luego, más fácil creer en la vida eterna que pensar lo contrario. Y cuando la promesa viene de Alguien que lo certifica con su propia vida y Resurrección, creo que no hay que pensarlo mucho.

¡Nuestro DIOS es un DIOS de vivos, y no de muertos!

Un fuerte abrazo.

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Lo peor de todo, Teresa, es que todo está allí, siempre se nos ofrece gratuitamente, por pura bondad. Sólo hay que aceptarlo, y para eso hay que hacer espacios; quizás sucede que tenemos estos pequeños templos vivos que somos ocupados con cosas vanas y no con lo que verdaderamente perdura.
Un abrazo en Cristo y María
Paz y Bien
Ricardo

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Vos sabés hermano -perdón: tú sabes- que eso mismo que planteas me lo debo repetir a menudo, tal es mi torpeza: debemos reafirmar a cada paso y a cada momento lo que nos sostiene, esa alegría que nos enciende, esa esperanza que nos mantiene en pié y dejar de una buena vez por todas lo luctuoso, todos los rictus amargos de formas vacías que sólo son signos de muerte.
El Dios de la Vida nos ha soñado y creado para eso rpecisamente, para vivir en plenitud y para siempre -magnífico eso que señalas de los matrimonios que abraan la oportunidad de amarse eternamente; sería mucho más veraz y auténtico decir que "nos amaremos hasta la muerte y después también"-
Un abrazo en ese Dios Amigo, Padre, Madre y Hermano
Paz y Bien
Ricardo

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

No hay nada más opuesto a la Buena Noticia que el conformismo y la resignación, querido Salvador; y creo que eso vale tanto para la existencia personal, para lo comunitario, para lo social, para todos los órdenes de la vida.
Probablemente hay conformismo y resignación cuando se abdica en la posibilidad de trascender, de pasar a través de la puerta que el Maestro ha abierto para toda la humanidad.
Un abrazo en Cristo y María
Paz y Bien
Ricardo

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