La puerta estrecha de la reciprocidad y la comunión

Para el día de hoy (22/06/10):
Evangelio según San Mateo 7, 6.12-14

(Hemos de insistir sobre un tema puntual: la Palabra no ha de tomarse de manera lineal, esto es, no es sana la literalidad.
Cuando se toman al pié de la letra lo que se nos dice, y se deja de lado la Palabra como signo y revelación del misterio, comienzan los fundamentalismos que, por lo general, conducen a la discriminación y a la violencia.

Por ello, el cuidar de no dar a los perros lo que es santo, ni echar perlas a los cerdos debería ser para nosotros una invitación a la prudencia que surge desde la reflexión: con generosidad infinita, gratuitamente -¡Gracia!- se nos ha puesto en nuestras manos lo sagrado, lo santo, la vida... De allí el cuidado necesario y el respeto imprescindible hacia las cosas santas, cosas que exceden con creces lo cultual, lo litúrgico.

Todo refiere y se encamina al Reino, que ya, aquí y ahora, creciendo en silencio y humildemente entre nosotros.
El Maestro nos conoce y nos previene: la existencia no es cuestión de islotes autónomos, de mónadas aisladas: la vida a la que se nos invita se expresa en la comunión fraterna, y su tonalidad especial es la reciprocidad.

Mi existencia queda definida por como soy con el otro; más aún, por como soy junto al otro.

Porque hay una estrecha puerta que lleva a la salvación: es una puerta que no puede atravesarse si no se quitan de antemano las capas de individualismo y egoísmo que nos agrandan torpemente, y nos sobredimensionan. Esa sobredimensión es lo que llamamos soberbia, es un alma que se vuelve mórbida encerrada en sí misma.

Es imprescindible que nos volvamos capaces de atravesar esa puerta estrecha: sólo así se puede comenzar a andar el camino de la Salvación, el sendero de la vida.
Es un sendero que -como bien lo decía el poeta Miguel Hernández- se haciendo al andar, con el hermano y con ese Jesús incansable compañero, Dios inquieto por el derrotero de hijas e hijos.

La alternativa es la puerta ancha del confort, del egoísmo, del materialismo, el narcisismo cruel del yo primero, yo después y siempre yo, del no sacrificio, del no servicio, del no reconocer al otro como hermano.

Es cuestión de atreverse y dar el paso, que no estamos solos)

Paz y Bien

4 comentarios:

María Belén Bustos dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
María Belén Bustos dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
María Belén Bustos dijo...

Hermano, gracias por tus palabras en mi blog. Es muy interesante lo que vengo leyendo en el tuyo, por eso también te agradezco que lo compartas para que llegue a manos (o a pantallas) de otros, es muy iluminador.
Y si, al cruzar la puerta estrecha de la Comunión nos vamos a dar cuenta de que ese que venía caminando hace rato al lado nuestro era el Maestro, y por eso es que nos arde el corazón.
El Reino está acá, sigamos construyéndolo,
Saludos,
Paz y Bien, Paz y Música,

Belén

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Sigamos andando, Belén, que no estamos solos y el Reino es cosa de aquí y ahora.
No permitamos que nos confundan con promesas que sólo remitan a otra vida.
Otro mundo es posible con Jesús y desde Jesús.
Paz y Bien
Ricardo

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