Dios nos visita







Para el día de hoy (13/09/16):  

Evangelio según San Lucas 7, 11-17




Una mujer en las sociedades semíticas coetáneas al ministerio de Jesús de Nazareth carecía de derechos, y ello quizás se destacaba en la sociedad judía. Siempre dependía del varón y de ese modo, de niña depende de su padre, de joven y madura depende del esposo y, en el caso de enviudar, depende el hijo varón mayor.
Esa dependencia implicaba la protección y el otorgamiento de ciertos derechos pero también la cobertura social y económica, de manera que la mujer ataba al varón su supervivencia.

La perícopa de hoy habla de eso: aunque coexistan varios elementos tácitos, podemos inferir que la mujer que refiere la lectura es absolutamente vulnerable y se encuentra frente a un abismo. En efecto, esta mujer es viuda y no hay señales de otros parientes que no sea su hijo único que ha fallecido; el cortejo de amigos que la acompaña en su luto es apenas un sucedáneo de familia, por lo cual hay un cadáver llevado al cementerio pero en verdad dos muertos, pues esa mujer está muerta en vida. Muerta de dolor y tristeza, muerta de abandono. 

Por allí pasa el Señor con sus amigos, y su paso es tal vez una humilde pascua silenciosa, el paso redentor de Dios por nuestras existencias. Él se compadece en la totalidad de su ser y en la plenitud del término, es decir, hace suyo el dolor y el sufrimiento del otro. 
Sin embargo, no se trata de un sentimiento pasajero, ni de una emoción banal que suscita nada más que algunas lágrimas. La compasión de Cristo es acción, y moviliza, sin importar las consecuencias, sin medir que los rígidos criterios de pureza ritual impedían tocar cadáveres o féretros, so pena de quedar excluido de la vida comunitaria.

La voz de Cristo que ordena ponerse en pié al joven muerto posee la feliz autoridad que desaloja a la muerte.
Hay un hijo redivivo pero dos resucitados y ello suscita temor entre el pueblo, un temor que no es miedoso sino reverencial, el santo temor de Dios, esas ganas de descalzarse el alma frente a la zarza ardiente del amor de Dios entre nosotros, Cristo.

Dios nos visita y la muerte retrocede. Dios nos visita con salvación que recrea, restaura, levanta. Dios nos visita cada día, cada instante, pródigo en bondad que nos pone en pié.

Paz y Bien




2 comentarios:

ven dijo...

Al conocer lo que Dios nos ha dado, encontraremos muchísimas cosas por las que dar gracias continuamente, Gracias, un gran saludo fraterno.

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Y seguramente no nos alcancen dos vidas o más para agradecer tanto, especialmente la misericordia de Dios

Paz y Bien

Ricardo

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