No, nuestros caminos no son los tuyos

Para el día de hoy (28/08/11):
Evangelio según San Mateo 16, 21-27


(Hace muy poco leíamos la contundente confesión de Pedro: -Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo-.
Sin embargo, con la Pasión como horizonte cercano, esta confesión no es suficiente, no basta, parece que es preciso atreverse a más, y entonces se desata un conflicto borrascoso.

Es que Pedro -portavoz de los discípulos- sigue aferrado a un Cristo glorioso, un Mesías del poder y la victoria, un Cristo en donde los discípulos cómodamente disfruten las mieles de su Maestro vencedor.
Sin embargo, no son los caminos de Jesús de Nazareth, y es menester volver a ponernos tras sus pasos, con la cruz al hombro.

A menudo afirmamos -con razones convincentes- que cargar la cruz es asumir nuestras miserias, y sostenernos en la confianza de que habrá un mañana mejor, que Dios no nos dá maderos más pesados de lo que nuestros hombros soportan.
Pero no es suficiente, y es una espiritualidad que arrastra ciertos preconceptos que son ajenos al Reino: subyace en este criterio, entendido como excluyente, la idea de la cruz como requisito necesario para los discípulos. Y suponer esto es la negación fervorosa de Abbá Padre de Jesús y Padre nuestro pues ¿qué Padre desea el dolor y el sufrimiento sus hijas e hijos?.

Por ello son tan duras las palabras del Maestro, y por ello la cruz es antes bien consecuencia de vivir la Buena Noticia...

La cruz es consecuencia de sentar a tu mesa a los despreciados, a los que nadie en su sano juicio invitaría, de aceptar como hermanos tuyos a los marginales, de no resignarse a la injusticia, al hambre, a la miseria, de reivindicar al poder como servicio, de no silenciarse frente a todo autoritarismo ni tolerar cualquier indicio de corrupción, de atreverse al escándalo increíble de la comunión desde la fraternidad, de no someterse a la falsa calma de la comodidad y la prosperidad, es tener el valor de igualarse a los condenados a muerte, a los maldecidos.

Y nos agrada, nos gusta mucho la actitud de Pedro: ansiamos un Jesús que acate nuestros deseos, un Dios manipulable que obedezca nuestros criterios.

No, Señor, nuestros caminos no son los tuyos, en algún punto de la huella nos hemos extraviado y estamos a la cabeza de una multitud con un derrotero oscuro.

Hemos de volver, y si queremos recobrar el rumbo santo, tenemos que ir detrás tuyo con la cruz al hombro, asumida desde la libertad y el amor)

Paz y Bien

2 comentarios:

Marian dijo...

Es verdad Ricardo; los caminos del Señor, no son
nuestros caminos...
Tenemos que negarnos, coger nuestra cruz y
seguirlo, como tu bien dices desde la libertad.
¡Muchas grcias! Feliz semana!
Bendiciones!!!

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Quizás los santos sean esas mujeres y hombres que se pusieron detrás del Maestro y siguieron sus pasos, negándose a diario para que sólo prevalezca Él
Un abrazo querida Marian
Paz y Bien
Ricardo

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