Para el día de hoy (29/08/11):
Evangelio según San Marcos 6, 17-29
(La escena trae matices fuertes, antinomias patentes: de un lado el poder corrupto y omnímodo, inmisericorde, que saborea lo fastuoso y no le importa la vida ajena.
Evangelio según San Marcos 6, 17-29
Del otro, un hombre austero, erguido en la entereza de su alma y en la verdad que lo constituye y que expresa sin miedos.
Ese hombre en soledad es el mismo niño ansiado por décadas, hijo de la vejez maravillosa de Zacarías e Isabel, aquel niño que danzaba en el seno materno al presentir la presencia en ciernes del Mesías, ese niño que no se llamaría como sus antepasados pues tendrá un nombre nuevo, prefigurando los tiempos que ya se acercan: ese niño se llamaría Juan -Dios Salva-, y ese niño abriría caminos al que era la esperanza del pueblo.
El niño no defraudó las expectativas de sus padres: el niño iría allanando los senderos de la Salvación, llamando a la conversión sincera, despojado de todo -vestido, sustento, familia- afirmado sólo en su Dios con el que se encontraba en el desierto.
Seguramente el pueblo -que también debía convertirse- escucharía con gratitud sus palabras firmes y veraces, su clamor contra la corrupción, su voz entera anunciando que era inminente la llegada del Redentor y denunciando todo aquello que era contrario a la vida misma, el ejercicio impune del poder desmedido.
Pero ese hombre veraz, que confiaba en la providencia y encontraba sustento en los frutos del desierto, se había vuelto una molestia mayor y un peligro amenazante en el horizonte herodiano: quizás por ello el Evangelista se encarga de señalar que en esa fiesta estaban presentes los dignatarios -el poder político-, los oficiales -el poder militar- y los notables galileos -el poder económico-.
Y será una constante en la historia, y anticipará el misterio de la cruz: Juan languidece en las sombras de las mazmorras herodianas mientras a pasos de allí se festeja a puro fasto.
Sin embargo, en las sombras de ese calabozo había más luz que en todo el palacio del tetrarca, reyezuelo sometido graciosamente al poder imperial romano.
Sin embargo, en las sombras de ese calabozo había más luz que en todo el palacio del tetrarca, reyezuelo sometido graciosamente al poder imperial romano.
En muchos reductos de poder obsceno, de fastuosidad insultante se vá diluyendo el sentido de la propia existencia, y se decide sin compasión el fin de la vida de otros, especialmente de aquellos que se vuelven molestos, de los que se convierten en amenaza.
Pero la violencia ruin no tiene destino.
El martirio del Bautista desata el ministerio de Jesús y multiplica el andar de los mensajeros de la Buena Noticia, y así ha sucedido y sucederá con las mujeres y los hombres mansos que no se callan ni se arredran sean cuales fueran los temores que desplieguen los poderosos.)
Paz y Bien
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