Para el día de hoy (30/08/11):
Evangelio según San Mateo 13, 44-46
(Las dos parábolas refieren directamente a la vida cotidiana: en un caso, se trata de un labrador, un campesino que hace a diario lo que sabe, caminando el surco descubre algo que es mucho más valioso que miles de las mejores cosechas.
En el otro, se trata de un comerciante de perlas: su oficio es, precisamente, buscar perlas valiosas hasta que un día encuentra esa perla única y asombrosa, incomparable, indescriptible.
A ambos les sucede lo increíble en su cotidianeidad; ambos se despojan de todo lo que poseen para no perder ese tesoro escondido, esa perla invaluable. Porque el despojarse de todo es consecuencia y no tanto condición previa: el abandonar lo fútil, lo que perece, sucede por la alegría del encuentro de ese valor único escondido, impensado, maravilloso, el Reino.
Podrá ser el que lo encuentra de modo aparentemente casual, o podrá ser el buscador tenaz, constante y habitual, el Reino se revela sin condiciones previas y de modo insospechado, pura gratuidad, total Gracia del Dios de toda Misericordia y compasión.
El encuentro es causa de alegría, es abrir los ojos a una dimensión escondida en lo habitual, en la aparente nada de la rutina y entonces sí, cada día se nos hace único e irrepetible, magnífico, y vale la pena el escándalo del despojarse de todo para vivir la eternidad en el aquí y ahora, dejar atrás esas falsas seguridades con las que solemos conformarnos y atrevernos a ser felices)
Paz y Bien
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