Desmesura

Para el día de hoy (11/08/11):
Evangelio según San Mateo 18,21-19,1


(A menudo suele ser útil ubicarnos cada uno de nosotros en cada situación en que el Maestro enseñaba, descubriendo los diversos matices y colores de esos momentos únicos, momentos que pueden acontecer nuevamente pues la Palabra es Palabra de Vida y Palabra Viva.

Hay un distingo fundamental en la pregunta de Pedro que no nos es para nada ajena: el pescador -y nosotros también- tiene una necesidad imperiosa de que Jesús legitime su interés en clasificar a los demás en buenos, malos o adjudicarles cualquier otra adjetivación limitativa. De allí sus ansias de medir con precisión la aritmética del perdón, que no es más que una línea demarcatoria entre las gentes.
Es claro que por entonces y aún perdura la idea principal de la ley de Talión: a determinado delito, determinada pena en ánimo de morigerar cualquier espíritu de venganza.
Sin embargo, es el tiempo de la Gracia y la Misericordia, y no hay modo de contener la fuerza increíble del amor de Dios en reglamentos, cánones o mezquinos cálculos ornados de racionalidad.

Y como Pedro, se nos complica la cuestión cuando debemos hacer nuestra Pascua, el paso del que perdona a la vivencia del perdonado: es probable que, sumergidos en aguas de la sinceridad y la verdad, setenta veces siete se nos hagan muy pocas, mínimas, escasas.
Desde el lugar del deudor, en verdad debemos suplicar por tanto a Dios y a los hermanos, por todo el mal que hemos hecho y por todo lo que no quisimos hacer. Por tanto olvido y destrato, por tanto egoísmo y avaricia, por tanta necesidad inútil y torpe de preponderar por sobre el otro, por tantos hermanos que aún siguen sumidos en el fango, por los que agonizan en silencio y soledad, por los que sólo saben de malas noticias y no tienen otro horizonte que una noche cerrada.

La parábola que nos regala el Maestro acaso pueda iluminar nuestras oscuridades: ese sirviente -vos y yo, tú y ella- sólo suplica al Rey un poco más de tiempo para sobrevivir, para escapar un tiempo a una deuda insoportable.
No desconocemos nada de esto, así como no nos es ajena la obscenidad de deudas impagables que son causa de miseria y opresión de tantos...
Sin embargo, aún cuando no se le requiere, aún cuando sólo se le suplica unas migajas de compasión, ese Rey de un modo inesperado y asombroso, no sólo libra del acoso de plazos al sirviente sino que además le perdona la totalidad de su deuda.

Ese Rey, ese Dios Abbá es quien toma la iniciativa siempre, la desmesura maravillosa de la Gracia que se escapa a cualquier idea preconcebida y a todo cálculo que hagamos.
Nos llueve su perdón, es agua fresca su Misericordia que sana, que cura, que reune a los dispersos.

Quizás sea más que necesario invertir la inquietud de Pedro y preguntar si se nos vá a perdonar tanto, tantas veces.
Y allí sí, como niños pequeños, volver con ojos plenos de asombro a alegrarnos la existencia por tantos regalos, desde un corazón que se despoje de cualquier orgullo y sea capaz de arrodillarse frente a sus hermanos heridos, en donde palpita ese Dios de la Vida que es Padre y Madre)

Paz y Bien


0 comentarios:

Publicar un comentario

ir arriba