Con la cruz al hombro

Para el día de hoy (05/08/11):
Evangelio según San Mateo 16, 24-28


(A través de los siglos y hasta nuestros días, se ha ido filtrando cierta espiritualidad malsana que se deleita con el sufrimiento, con la resignación y con el dolor; en cierta medida, todo esto se fundamenta en una imagen de un Dios al que le place que sus hijas e hijos sufran y que se regodea con rostros demacrados y rictus tristes, un Dios que es un tirano perverso y un consuetudinario juez, verdugo y eficaz castigador.
Pero el Dios de Jesús no es así; Abbá es un Dios Padre y Madre que ama a sus hijas e hijos por igual, que se des-vive por ellos, que ansía alegría y plenitud para todos.

Por otra parte, hemos de recordar un dato específico: la cruz era el eficaz método imperial para ejecutar a los criminales más abyectos, cadalso y signo inequívoco de desprecio y marginación.

¿Cómo conjugamos todo esto con ese Dios que se expresa en Jesús abriéndonos las puertas del Reino aquí y ahora, en el espíritu maravilloso de las Bienaventuranzas?

Quizás comenzando a asumir -desde la certeza de que no estamos solos- nuestras fragilidades, nuestros quebrantos, nuestras miserias habituales en serena alegría cotidiana que no se resigne al sometimiento, a la corrupción, al egoísmo sistematizado.
Cargar la cruz de cada día supone saberse quebradizo -el más duro y la más brava también- y dependiente de Dios y del otro, y desde allí, edificar la solidaridad y volverse militante tenaz de la compasión.

Y decir, tal vez sin palabras y sin estridencias, que es fantástico y santo perder la vida para que otro viva, entregar concienzudamente esta pequeña porción de tierra andante que somos para que florezca el trigo y que nadie, por ningún motivo, pase hambre de sustento, de inclusión, de comunidad.
Esa es la vida ganada, allí acontece el Reino y la eternidad aquí y ahora)

Paz y Bien


2 comentarios:

Unknown dijo...

Hola Ricardo
Desde hace un poco tiempo ando cuestionándome si acaso lo más importante que nos haya dejado Jesus Cristo haya sido, desde luego no la cruz y es posible que tampoco (dicho con mucho tiento) su propia presencia en la eucaristía.
Lo más preciado que nos ha dejado es el Padre Nuestro. Porque incluso sin el Padre, la presencia de Jesús sería huérfana, vacía de contenido.
Fue el amor y fidelidad al Padre y a la Buena Noticia que era posible una perfecta Comunión por El con El y en El, no el que dio sentido a la cruz, sino que pese a la cruz no pierde sino que conserva todo su sentido

Como ves, regreso con "fuerza" (perdón, si lo fue con exceso)

Un abrazo,
al + mc

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Bendita sea la fuerza que te impulsa, hermano, porque la compartís y contagia.
¿Acaso hay una revelación mayor que precisamente esa, que Dios es Abbá, Padre que nos quiere y Madre que nos cuida? La verdad, lo dudo, y todo cobra sentido desde allí.
Un abrazo grande, y avanti con ese regreso con fuerza: sin lugar a dudas es bendición y es Espíritu germinándote el alma.
Paz y Bien
Ricardo

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