Para el día de hoy (02/03/11):
Evangelio según San Marcos 10, 32-45
(Las veredas por las que caminaban los pies del Maestro, indudablemente no eran las mismas por donde andaban sus amigos.
El se dirigía sin vacilar a Jerusalem, reducto de fariseos, plaza fuerte del Sanedrín, con notoria guarnición imperial; a pesar de todo, a pesar de que sabe que le espera una muerte de espantoso sufrimiento, no duda y sigue.
Los suyos, sin embargo, van detrás de Él embargados de miedo, temor a lo que pueda suceder, temor al fracaso. Su idea del Mesías no se correspondía con el rostro verdadero de Jesús, su proyecto no era el de ellos.
En ese orden de hambres de triunfos, es claro que siguen también la lógica del poder y los privilegios; por ello mismo, no ha de resultar extraña la solicitud de Santiago y de Juan de un sitio preferencial a su lado, y la correspondiente indignación de los otros diez...indignación no por lo desdichado del pedido, sino porque los hijos de Zebedeo se les habían anticipado en esa misma necesidad de títulos y éxitos.
Aún así, el Señor es paciente y comprensivo y prefiere enseñar a la reconvención contundente, a la crítica despiadada, y esas palabras deberían interpelarnos hoy y cuestionarnos hasta la misma raíz de la existencia.
-¡No ha de ser así entre ustedes!- sigue insistiéndonos hoy sin declinar su esperanza depositada en nosotros.
Y no hay espacio para medias tintas: el ejercicio del poder -en el proyecto del Reino- sólo puede entenderse desde el servicio, jamás desde la opresión, la posición y los privilegios.
El más grande será, en esta mirada nueva, quien se humille y se disuelva en el servicio al prójimo, y un servicio esencialmente compartido, decididamente comunitario, no una aventura de índole individual.
Es todo lo contrario a lo que propugnan nuestras culturas, y a lo que a menudo defendemos desde esta familia grande que llamamos Iglesia.
Se trata de un apetito insaciable por buscar sin descanso el bien del otro, por rechazar todo privilegio, por desechar todo título y poder, y esto es nada más y nada menos que mostrar el rostro del Salvador en todo su esplendor -signo de profecía y antorcha de esperanza- más no una imagen desdibujada y conveniente a nuestras comodidades.
A contrario de una propuesta constante de winners y losers, se avizora en la historia el importante peregrinar de mujeres y hombres de Dios, increíbles reivindicadores del fracaso, santos perdedores del olvido de sí mismo y la entrega desinteresada para que el otro viva)
Paz y Bien
Santos fracasados
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