Para el día de hoy (29/03/11):
Evangelio según San Mateo 18, 21-35
(Una constante histórica es aquella en la que psicológica y socialmente, el oprimido replica -a sabiendas o nó- el carácter del opresor.
Los motivos pueden ser varios, y han sido profusamente estudiados por gentes que verdaderamente entienden acerca de estos temas: aquí solamente podemos inferir que podría tratarse por un lado de un mecanismo de autodefensa -inconsciente- y la consecuencia directa del temor al poderoso.
Así, quizás, el siervo sin entrañas actúa sin compasión con su compañero por ese temor primero a cómo el amo podría actuar con él mismo.
Pero en la parábola de hoy, Jesús nos habla de un Amo que nos un juez severo al acecho de eventuales delitos cometidos, sino un Padre bondadoso y compasivo, maravillosamente desproporcionado de acuerdo a nuestros parámetros.
El amo de la parábola perdona una deuda de... 164 toneladas de oro, mientras que el siervo se vuelve incapaz de condonar a su par una acreencia de 30 gramos de oro.
Por ello, frente a la pregunta y a la tímida y mesurada propuesta de Pedro -perdonar siete veces- el Maestro vulnera todo límite y afirma la necesidad de perdonar setenta veces siete, es decir, setenta veces siempre.
Ese setenta veces siempre lleva ciertas prisas y tiene determinadas urgencias: es la necesidad de aceptarnos de una buena vez como hijas e hijos, y esa vocación filial implica que se nos trasluzca en el rostro y en todo gesto la identidad paterna, los rasgos de compasión y misericordia de ese Dios Padre de toda la humanidad.
El perdón sin medidas de Dios debería ser -paradójicamente- la medida de nuestra existencia: ese perdón es don y regalo, pura gratuidad que no ha de entenderse como cosa barata, sino más bien como raíz de liberación, bálsamo santo que cura toda herida.
El saber popular dice que errar es humano, perdonar es divino: nosotros estamos a tiempo de derribar esa certeza, y desde la compasión y la bondad de Dios que nos renueva la vida -Su justicia se expresa en la Misericordia- emprender un camino decididamente humano, regresando hacia Dios y hacia el hermano, tan humanos como el más humano de todos nosotros, Jesús, hermano y Señor nuestro)
Paz y Bien
Clave de humanización
Contenidos:
Cuaresma 2011,
Evangelio para cada día
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