Para el día de hoy (11/05/17)
Evangelio según San Juan 13, 16-20
Ese Dios de liberación y desierto se dá a conocer a Moisés y, por intermedio de éste a todo el pueblo, como Yo Soy.
Es el que es, es el que está.
Del mismo modo, en la calidez de una mesa de amigos y en los umbrales de
la Pasión, Jesús de Nazareth se revela del mismo modo, y en su Yo Soy
se define eternamente su absoluta identidad con el Padre. Dios es Jesús y
Jesús es Dios.
Pero ese rostro, esa imagen que los discípulos y nosotros creemos
conocer dista mucho de lo que imaginamos. Alejado de los parámetros
ornados de gloria mundana, de poder demoledor, de victoria al modo
militar, Aquél que es, que está y estará se revela como siervo de los
suyos, como un esclavo.
Puede ser escandaloso, y nos puede desatar la rebeldía al modo de Pedro,
pues ese Cristo así, humillado, anonadado nos conmueve cualquier
estructura espiritual y mental hasta sus mismos cimientos.
Sin embargo, ese Cristo exhibe una característica familiar que le viene
de su Padre y que se traslada también a sus hermanas y hermanos, todos
los creyentes, y es precisamente el servicio, la generosidad, el interés
primordial por ese otro al que reconocemos y edificamos
prójimo/próximo.
Por ello, llave y medida de nuestra felicidad están en el darse
incondicionalmente, en ofrecer la vida por pequeña que se nos asome.
Es imprescindible que el Maestro nos lave los pies, signo de ternura y de predilección personal.
Y así ir hacia el horizonte del hermano -pues la gloria de Dios es que
el hombre y especialmente el pobre viva- con un caminar renovado, a paso
firme, con alegre desprendimiento de todo egoísmo, para mayor gloria de
Dios y paz y bien para los que están cerca y los que están lejos.
Paz y Bien
1 comentarios:
Muchas, gracias.
Publicar un comentario