Falsas seguridades








Para el día de hoy (20/05/17):
 
Evangelio según San Juan 15, 18-21



Antes de partir, Jesús establece la comunidad en la que su Espíritu -Él mismo- ha de permanecer, y que ha de ser signo de salvación, señal del Reino.

Esta comunidad se establece desde el amor, y aún más, desde el amor expresado en amistad. Es decir, entre los que pertenezcan a ella prevalecerá la igualdad a pesar de las diferencias, el bien común por sobre el individual libremente aceptado, la trascendencia encontrada y descubierta desde el gesto más sencillo, el cuidado y la protección de cada uno como único y sagrado.

Frente a esto, el Maestro advierte que el mundo ha de ofrecer ciertas seguridades.
 
La seguridad de que el egoísmo y la avaricia son rectores de almas a cualquier costo, aún cuando suponga devorarse la vida de millones.
 
La seguridad de que habrá paz imperial, la paz de la sumisión, la calma de los cementerios.
 
La seguridad de que la exclusión y la miseria son dables, deseables y justificables.
 
La seguridad de vidas violentas, de ideologías impuestas a los golpes, de la disidencia mansa acallada con la prisión y la tortura.
 
La seguridad de que toda dignidad será atropellada, menoscabada y vulnerada en el culto al cruel dios Mercado.

Por eso mismo, seguir con fidelidad los pasos de ese Jesús que vá con nosotros por delante, nos trae certezas de persecuciones y de odio profuso.
A medida que nos crezca el corazón desde la oración y en la comunidad, el mundo se nos hará cada vez más ajeno,terriblemente contrario, dolorosamente adverso. Más aún, las persecuciones son signo cierto de la fidelidad al Evangelio, y su ausencia ha de preocuparnos

Sin embargo y a pesar de todo, ese odio también es tarea y mandato.
 
Con el auxilio del Espíritu es posible renovar la faz de la tierra, tarea santa de los seguidores del Resucitado que se sumergen voluntariamente y con alegría en esas aguas turbulentas y mundanas.

Paz y Bien

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