Para el día de hoy (12/05/17)
Evangelio según San Juan 14, 1-6
La liturgia continúa situándonos en el ambiente fraterno y a la vez
crítico de la última cena, en donde Jesús, frente a la inminencia de su
Pasión y de su muerte se despide de los suyos y les habla, se ofrece en
su totalidad sin reservarse nada para sí, y quiere que sus amigos no
queden a la intemperie de la tristeza, del miedo y la desolación.
Por eso mismo, insiste con paciencia en llevarles calma a sus corazones,
para que no impere el temor y florezca la confianza y la paz, con todo y
a pesar de todo.
La clave es la fé, y esa fé no supone la adhesión a una idea. Ni
siquiera a un proyecto. La fé cristiana -don y misterio- es confiar y
creer el Alguien, Jesús de Nazareth, y vivir conforme a ello.
Desde esa fé los discípulos de todos los tiempos, de todas las épocas,
no se detendrán ante nada pues se desdibujan las fronteras de los
imposibles y la sentencia del no se puede. En este tiempo santo -kairós- mixtura entre Dios y el hombre que se revela en los asombros de la Encarnación, todo es posible.
A pesar de ello, la persistente tentación de la exclusividad es una
amenaza siempre latente. Ese creerse únicos por méritos acumulados, por
cumplimiento de normas y ritos o por simple pertenencia. Ese cielo
pequeño para unos pocos, esas ganas de dispensar con esquemas racionales
la posibilidad de Salvación, aún cuando el Salvador brinda rendención a
canastas llenas e incondicionalmente.
La vida en Cristo, que comienza aquí, en estos arrabales y no tiene fin,
no es solamente vivir: es con-vivir, y así en el corazón sagrado del
Señor conviven multitudes variopintas, con múltiples colores,
personalidades, perfiles, pero todos y cada uno amadísimos por el Dios
de la Vida, elegidos para siempre, una casa de muchísimas moradas que no
es suposición banal de un relativismo metastásico, sino fruto primero
de esa asombrosa misericordia de Dios.
Somos cristianos, discípulos y amigos del Señor, no tanto por adherir a un corpus de ideas y doctrina, o por pertenencia eclesial, sino ante todo porque creemos en Alguien, en Jesús de Nazareth el Cristo, que es el camino para no rumbear hacia todos los abismos, la verdad para ser plenamente libres, la vida que hace retroceder todas las muertes.
Creemos en Alguien antes que en algo, creemos en Él, lo escuchamos y lo seguimos.
Paz y Bien
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