Visitación de la Virgen María
Para el día de hoy (31/05/17)
Evangelio según San Lucas 1, 39-56
La Virgen nos visita.
Es una muchacha muy joven, casi una niña con un embarazo extraño y sospechoso que se larga de su pequeña aldea polvorienta con las prisas de la solidaridad, de esa caridad que es socorro, compasión, que no admite demoras en la búsqueda del otro.
Ella vá de Nazareth hacia Ain Karem, es decir, recorre sola la tierra de Israel de norte a sur por rutas a menudo muy peligrosas. Pero la impulsa la Gracia, la misma Gracia que la ha colmado y fecundado, y nada puede detenerla: lleva en su seno la Salvación al Hijo de Dios, causa primordial de todas las alegrías.
La lógica indica que los cambios han de venir por príncipes, guerreros e importantes sacerdotes. Pero la Salvación y la historia se ha de resolver por las mujeres y los niños, dos niños santos y maravillosos.
El encuentro entre esas dos mujeres, tan distintas entre sí, es motivo de júbilo. Cuando nos juntamos y reconocemos como somos pueden suceder cosas asombrosas. Cuando María visita a los suyos, el Señor se hace presente y un tiempo de gozo y gratitud nos nace y no tiene fin, con la tenaz persistencia del amor.
María sabe conoce como nadie el misterio de la Redención que ha transformado su vida y que renovará la faz de la tierra. Porque su Dios -el Dios de José y Jesús de Nazareth- no es lejano ni difuso. Tiene un rostro concreto y está cerca, muy cerca, inclinado abiertamente del lado de los pobres, los pequeños, los humildes, un Dios que se brinda como lluvia fresca que nos vivifica, que derriba a los poderosos de sus tronos, que siempre cumple sus promesas, y que nunca, por ningún motivo, nos abandonará.
Paz y Bien
Ella vá de Nazareth hacia Ain Karem, es decir, recorre sola la tierra de Israel de norte a sur por rutas a menudo muy peligrosas. Pero la impulsa la Gracia, la misma Gracia que la ha colmado y fecundado, y nada puede detenerla: lleva en su seno la Salvación al Hijo de Dios, causa primordial de todas las alegrías.
La lógica indica que los cambios han de venir por príncipes, guerreros e importantes sacerdotes. Pero la Salvación y la historia se ha de resolver por las mujeres y los niños, dos niños santos y maravillosos.
El encuentro entre esas dos mujeres, tan distintas entre sí, es motivo de júbilo. Cuando nos juntamos y reconocemos como somos pueden suceder cosas asombrosas. Cuando María visita a los suyos, el Señor se hace presente y un tiempo de gozo y gratitud nos nace y no tiene fin, con la tenaz persistencia del amor.
María sabe conoce como nadie el misterio de la Redención que ha transformado su vida y que renovará la faz de la tierra. Porque su Dios -el Dios de José y Jesús de Nazareth- no es lejano ni difuso. Tiene un rostro concreto y está cerca, muy cerca, inclinado abiertamente del lado de los pobres, los pequeños, los humildes, un Dios que se brinda como lluvia fresca que nos vivifica, que derriba a los poderosos de sus tronos, que siempre cumple sus promesas, y que nunca, por ningún motivo, nos abandonará.
Paz y Bien
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