Para el día de hoy (05/05/17):
Evangelio según San Juan 6, 51-59
En
la mentalidad semítica el término carne remite a veces a la parte
comestible de los animales, y a veces a una parte del cuerpo humano, y
por trasposición, carne entonces refiere a la totalidad del cuerpo, al
ser humano viviente.
En
ese ámbito amplio se encontraba Israel, en la que su fé terciaba en
todas las cuestiones. Así carne será todo el cuerpo, y la sangre -Lv 17,
11- es en donde se afinca la vida, es decir, la vida está en la sangre.
Por ellos las estrictas normas nutricionales prohíben taxativamente
consumir sangre de cualquier tipo o forma, muy especialmente puesta la
atención en la cocción de las carnes de animales. Su significado siempre
es místico, pues no se puede transferir energía o vida en la sangre,
pues Dios es siempre la única fuente de la vida.
En resumen, hablar de cuerpo y sangre es hablar del ser humano vivo en su totalidad.
Esos
hombres que critican con fiereza a Jesús de Nazareth, más que
confundidos o estupefactos, están escandalizados. De ningún modo pueden
tolerar lo que Jesús ofrece, aunque fuera -y no lo es- una figura
simbólica o literaria. En un plano realista, implicaría que para comerse
a ese Cristo -el texto original del Evangelio habla de masticar, trogein-
primero habría que desangrarlo. El árbol de la cruz, tan cercano y
definitivo, nos impone sin violencias un respetuoso silencio que es
estruendoso, que todo lo dice.
Dios
encarnado, Dios hecho hombre que se ofrece en la totalidad de su ser
como pan y como vino, las penas y miserias del mundo sobre sus hombros
para que todos vivan, cordero sin mancha ofrecido para que la muerte
pase de largo, para que la muerte retroceda.
Los
discípulos y seguidores del Señor, reunidos en mesa fraterna de
hermanas y hermanos, se reunirán en memoria suya y en la concreción del
amor absoluto. Dejarán de lado espiritualizaciones que encierran y
alejan, celebrando la Encarnación de Dios para la salvación de la
humanidad, un Dios que se desvive para que no haya más crucificados, pan
compartido y vida ofrecida agradecida, porque es el Espíritu de Dios el
que fecunda la historia y la humanidad, savia que nos recorre las venas
y los corazones.
Paz y Bien
1 comentarios:
Dios quiere morar en nosotros, quiere renovar la naturaleza también a través de nuestra conversión, quiere hacernos partícipes de su divinidad , Gracias.
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