Señores







Para el día de hoy (05/11/16):  

Evangelio según San Lucas 16, 9-15



La postura de Jesús de Nazareth frente al dinero era clara y sin ambages. O ser sirve a Dios o al Dinero, ídolo cruel que genera esclavos y parte corazones, que ocupa espacios con su miseria para que Dios no sea en las existencias.

La dureza y contundencia de su expresión nos conmina a preguntarnos qué lugar ocupa el dinero en nuestras vidas, y en verdad, a cual Señor servimos.
El dinero se ha hecho imprescindible en las relaciones humanas, regulador y medida de aspiraciones, éxitos y fracasos. Es la medida de las relaciones internacionales y del signo positivo o negativo de las naciones, perdiendo su carácter instrumental para transformarse en algo con valor propio que se comercia, trafica, valúa, en una extraña y nefasta liturgia laica sin trascendencia, el mercado, con un cielo brumoso de cierta libertad que no es tal.
El problema del capitalismo -al igual que el de todos los materialismos de cualquier signo-, además de la sustitución de valores, quizás estribe en su pátina de buenas formas, de aparente civilidad, del acostumbramiento resignado a su terrible normalidad.

Sin embargo, en verdad no somos hippies desencajados alegremente de los tiempos, ni sagaces observadores tras de un teclado. La Buena Noticia implica siempre un paso más, porque hay más, siempre hay más, y en pos de la plenitud humana -sueño santo de Dios- hay que animarse a desandar todos los no se puede, los no, los jamases.
Más aún porque en el esfuerzo cotidiano de muchos tiene una preponderancia crucial el hecho de procurar un salario digno -dinero, claro está- para la mera supervivencia. Las pensiones de los abuelos. El sostenimiento de la Iglesia.

Por ser hijas e hijos de Dios hemos de desertar alegremente de cualquier resignación, fieles en lo pequeño, en lo que no cuenta, fieles en lo grande, fieles en las crisis, fieles hasta las últimas consecuencias, fieles al igual que Aquél que nos ama sin desmayos no descansos.

No se puede servir a dos Señores, a Dios o al Dinero. A Dios o al poder. A Dios o a la ideología. A Dios o al propio ego. Sólo un Señor, sólo un Padre, sólo un Espíritu que vivifica y sigue soplando.

Allí donde esté nuestro corazón está nuestro Dios.

Paz y Bien

3 comentarios:

ven dijo...

“Quien pertenece a la verdad, jamás será esclavo de algún poder, sino que siempre sabrá servir libremente a los hermanos”, Gracias, Dios sea con usted.

Marian dijo...

Libre de toda atadura para servir a mi Rey.

Cuenta con mi oración Ricardo.
Dios te bendiga.!!

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Ven, Marian, sus palabras engalanan mis escasas líneas.
Me atrevería a decir, siguiéndolas a ustedes, que la verdadera liberación es el paso de la servidumbre al servicio.

Dios las bendiga con su alegría

Paz y Bien

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