Astucia








Para el día de hoy (04/11/16):  

Evangelio según San Lucas 16, 1-8




Esta parábola es bastante compleja, y su reflexión ha dado lugar a numerosas interpretaciones.

Como elemento de ayuda, es menester tener en cuenta que en Oriente medio, en los tiempos del ministerio de Jesús de Nazareth, el mayordomo o administrador era a menudo un esclavo o en ocasiones un liberto que se encargaba puntualmente de todas las transacciones comerciales de su amo: cuando se entregaban bienes a terceros, se escribía un cartular o documento mercantil en donde constaba el valor de dichos bienes y, allí mismo, se adicionaba una suma que correspondía a la comisión que ganaba el administrador. Es decir, esa comisión conformaba en gran medida su salario y cualquier atisbo de prosperidad.

El texto de San Lucas nos indica que hay en el ambiente ciertos rumores y acusaciones, tal vez infundadas, de corrupción, de administración deshonesta; sin embargo, si tomamos en cuenta lo expresado en el párrafo anterior, se nos abre otra perspectiva.
El administrador no corrompe los bienes de su amo, sino que altera los boletos de deuda modificando la parte propia, la comisión que por derecho le corresponde. 

Sin dudas, eso le granjea gratitudes y amistades, y desde ese aspecto, la aparente maquinación de este administrador se reviste de una astucia que elogia el Maestro. El hombre, con sagacidad e inteligencia renuncia a unos bienes y beneficios actuales en pos de procurarse un futuro, enriqueciendo de ese modo su porvenir.

No haremos mención de lo que Cristo enseñaba acerca del dinero, la esclavitud que produce, su carácter de falso dios.
Pero los hijos de la luz -los hijos del Evangelio- a menudo desechamos la astucia, la perspicacia, la sagacidad en la vida cotidiana de la Buena Noticia, en nuestro humilde oficio de obreros del Reino, un Reino que suplicamos venga y sea, aquí y ahora.

Implicarse con inteligencia significa también renunciar alegremente a todos los no se puede, a los nefastos pensamientos únicos, planos, sin trascendencia, impuestos para sojuzgar y resignar.

Nosotros también hemos de dejar de lado bienes y beneficios actuales menores, acumulando tesoros en el cielo para un futuro eterno que se nos crece en este presente.

Paz y Bien

2 comentarios:

Felicitas dijo...

Es cierto, he escuchado y leído variadas interpretaciones del mismo pasaje, pero yo también me quedo con el para Cristo la astucia, la inteligencia, la estrategia en el bien son lícitas, siempre y cuando en el método también se procure el bien, claro está. Son valores que en ocasiones se mencionan poco en nuestras catequesis, y quizás ya es hora de recuperarlos, conjuntamente con la fortaleza, la valentia, el arrojo y al mismo tiempo, sin dejar de vivir la ternura, la misericordia y el amor. ¿Será que se trata de hallar un perfecto equilibrio en todas ellas? el Maestro interior, que pone su morada en nuestro corazón creyente, nos lo enseñará. Paz y bien, hermano

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Así es, Felicitas! La inteligencia que no se rige con la ética y se ilumina con la fé corre serios peligros de per-vertirse.

La fé que no se vive con astucia e inteligencia es, en cierto modo, un desairar los dones que Dios nos ha dado.

Dios te bendiga siempre con su alegría

Paz y Bien

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