Padre Carlos Mugica, nuestra gran interpelación



Han pasado exactamente 37 años de su martirio, un 11 de mayo de 1974.

Es necesario ejercer el derecho a la memoria; sin embargo, tal vez debamos -aunque sea por un momento- despojarnos de cualquier rictus doloroso, de la violencia mórbida y de la sensiblería banal.

Hay hombres que yéndose, se quedan de un modo permanente.
Hay quien muere para vivir para siempre en plenitud.

Despojados de toda tentación ideológica, quizás debamos dejar que el Maestro nos vuelva a interpelar a través de sus amigos, de sus testigos.
Y que pregunte con firmeza de qué lado estamos, qué hacemos, cómo somos, qué dejamos de hacer.

Estas preguntas las responde con firmeza santa nuestro hermano sacerdote el padre Carlos Mugica.
Del lado del pueblo, del lado de los pobres, ofreciéndose entero y sin vacilar para que otro viva, celebrando el culto verdadero que es socorrer al desvalido, auxiliar al caído, estar allí, precisamente, con quien está librado a la suerte de su miseria.

Lo sé bien: no creo que a Carlos le hubiera simpatizado mucho la idea del honor de los altares.
Pero hay otros altares que no son de piedra, y que están en los templos vivos que somos.
En el altar de nuestro corazón, en alegre y mansa comunión, agradecemos la entrega, el testimonio y el sacrificio de un hermano nuestro que vive para siempre.

Carlos Francisco Sergio Mugica Echagüe, el padre Carlos, sacerdote de la Arquidiócesis de Buenos Aires y mártir.

Paz y Bien

Ricardo


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