Para el día de hoy (29/05/11):
Evangelio según San Juan 14, 15-21
(Allí en donde parece reinar la rutina y la mera supervivencia, el devenir monótono o uniforme, el acostumbrarse a las sombras, allí mismo, en la vida diaria se define nuestra identidad y se decide la totalidad de la existencia.
Es difícil, claro está: la tentación de adaptarse al transcurrir y volvernos meros consumidores de doctrinas y liturgias está siempre latente, ya que el mundo agrede de continuo con miseria y opresiones, con relativismos y dictaduras, con imperialismos y violencias, con egoísmo concienzudo y militante.
Aún así, en estos campos yertos y en estas ciudades en donde campea la muerte en todas sus formas y aunque se nos velen los ojos, a la mirada de la fé se hace presente Aquel que está vivo y presente entre nosotros.
No estamos solo, no estamos huérfanos, no quedamos librados a veleidosas y azarosas venturas. En Dios está nuestra suerte y el destino es urdimbre común entre el hombre y el Creador Padre y Madre.
El Espíritu nos hace vivir entre tantas necrópolis, es Jesús mismo habitándonos, sostenidos en el amor, libres desde la verdad, fortalecidos para la justicia.
Desde el Espíritu que nos sostiene y defiende, habrá entonces que volverse señales de auxilio para nuestra gente, encendidos en ese fuego que no se apaga, que prevalece y permanece a partir de la gran verdad: Dios es amor sin límites ni medidas, amor que se desvive para que sus hijas e hijos -todos, sin excepción- vivan el día a día en plenitud.
A pesar de nuestras limitaciones, nuestros quebrantos, nuestras torpezas, el Espíritu sigue aquí, corazón adentro, y hemos de hacer espacios de la única manera posible: amando.
Sabedores de que no estamos solos, podemos edificar desde esa verdad perenne el ámbito en donde todos son valiosos, todos son reconocidos en sus diferencias y por su identidad: ese lugar de santidad y crecimiento que llamamos comunidad)
Paz y Bien
Granito de arena de Esperanza...Viernes de Pasión
Hace 8 horas.
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