En la noche de la traición, la luz de la amistad

Para el día de hoy (19/04/11):
Evangelio según San Juan 13, 21-33.36-38

(Si se pudiera establecer una escala de las causas de quebrantos del corazón, la traición y el abandono sin duda ocuparían los primeros puestos.

Es noche oscura, y no tanto por la hora del día ni por la caída natural del sol; se trata más bien del ocaso de las almas.
Jesús, rodeado de sus amigos en una cena en donde se comparte mucho más que los alimentos servidos, está dolidamente solo, agobiado de pesar en su soledad.
Varios han compartido físicamente tres años de su vida junto a Él, pero no han estado demasiado cerca de su corazón.

Uno de ellos, al menos, ha comprendido sus enseñanzas cabalmente; sin embargo, las rechaza de plano en los fondos de su alma.
Porque, hermanas y hermanos míos, sólo puede traicionarse lo que alguna vez se ha amado, y ese Judas que ha decidido venderlo, también ha amado a su Maestro.
Aún así, tienen primacía sus intereses personales, su deseperación zelota, sus celos y sus envidias. Su amor se ha corrompido y valuado en miserables denarios.

Pedro también monta a lomos de oscuridades: aún no ha comprendido que el Dios de Jesús es pura donación, gratuidad y bondad, no un Juez severo que, balanza en mano, exige la acumulación de méritos a cambio de favores divinos.
Por ello mismo Pedro se arrebata -hombre de efervescencias veloces- y se declara a estar dispuesto a morir por Él...Invierte la Buena Noticia, creyendo en lo que él mismo puede hacer por el Maestro, y allí -junto al veneno de su miedo- está el germen de sus negaciones veloces.

Jesús conoce bien a los suyos: sabe que entre ellos hay varios de violencias rápidas -los hijos de Zebedeo, el mismo Pedro-. Sabe que si delata al traidor, puede suceder lo peor; pero Jesús vá más allá, siempre hay más, y aún con la triste certeza de la infidelidad, ofrece a su amigo Judas la posibilidad de seguir junto a Él en ese pan mojado que le ofrece.

A pesar de la magnitud de cualquier quebranto, a pesar de la desmesura de nuestras traiciones, el Maestro siempre nos está ofreciendo una mano amiga de rescate y socorro.

En esa noche escabrosa y solitaria, Jesús afirma de una vez y para siempre que su comunidad prevalecerá más allá del espanto de cualquier traición.

En esa noche de traiciones, comienza a despuntar el alba de la Salvación: nada serán las monedas que cambian de mano, poco valdrán las negaciones de Pedro, todo eso quedará atrás.
Lo que prevalecerá es su Pasión que tiene puerto cierto de Resurrección, sello definitivo de amistad, señal infinita de amor que todo lo puede.

En nuestras sombras, cuando parece que no hay posibilidad de regreso por el mal que hemos hecho, surge la mano del Maestro, mano lastimada por un cruel clavo romano, mano crucificada y vuelta a la vida que nos insta a ponernos de pié y al regreso a casa)

Paz y Bien

4 comentarios:

Salvador Pérez Alayón dijo...

Nuestro amor se confunde con el poder y la fuerza. Me creo capaz, por mí solo, de luchar y vencer, de arreglar el desaguisado que otros, encerrados en su propio egoísmo, desatan y provocan.

Nada de eso, sólo el amor y la donación gratuita son armas capaces de vencer. Son esas las que JESÚS argumenta y vive, y son esas las que eternizarán a todo aquel que, en el ESPÍRITU, se esfuerce en vivir.

Un fuerte abrazo en XTO.JESÚS.

Anónimo dijo...

Guillermo:

Sus comentarios del Evangelio me llegan tan hondo... alimentan mi alma y la vivifican... porque son claros.. sencillos... actuales... plenos... es un lenguaje que encaja perfectamente con mi personalidad y mi manera de sentir... Son extraordinarios para mi... me mantienen viva... alegre... aún a pesar de los dolorosos... porque cada día y en cada frase voy conociendo a través tuyo un poquito más a Jesús y eso para mi es la Gloria en la tierra.. Saber algo más de Mi Sumo Bien... y poder conocerle...

Se nota que el Espíritu Santo está contigo... que te asiste a un don natural que ya tienes que es ser buen docente y un gran literato...
Un abrazo desde ARgentina
Nora Ottaviano

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Hermano, hemos de andar por las veredas aparentes de la derrota para hacernos hermanos de los vencidos por la tristeza y el dolor
Un abrazo en Cristo y María
Paz y Bien
Ricardo

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Gracias por tus cálidas palabras, Nora.
Nunca voy a dejar de asombrarme de los ecos que el Espíritu vá suscitando en los otros a partir de unas simples palabras como las que intento escribir a diario (y que a menudo cuestan horrores, es una batalla muy dura derrotar a la rutina y al egoísmo).
Te confieso que en ese mismo asombro me descubro a menudo como una simple birome, un mínimo bolígrafo que -a veces- es útil para las cosas del Reino: lo que verdaderamente importa es la Palabra y las palabras de las hermanas y los hermanos como vos.
Un abrazo grande en Cristo y María desde Buenos Aires.
Paz y Bien.
Ricardo Guillermo Rosano

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