Este día es muy caro a nuestros afectos.
Es un día de amores, como ha de ser todos aquellos días de los que alguna vez reivindicamos desde el corazón la casa que se nos ha dado, que llamamos Patria y que sabemos Matria también.
No se trata de reivindicar lo espantoso e inhumano de la guerra, pero sí la ofrenda generosa de una vida que se entrega por los demás.
No es sólo cuestión de derecho, justicia e historia, sino también de que hay una parte de nosotros mismos que nos ha sido desgarrada, y que detrás de afirmaciones de soberanía hay profundas convicciones de hogar.
Han de saberlo nuestros hermanos enemigos: el imperialismo en su crueldad en el fondo sólo puede sostenerse por la imposición de la fuerza. Por eso mismo se vuelve torpe y estúpidamente peligroso en las armas que se sustenta y en el poder que detenta.
Pero nuestro regreso es inevitable.
No es arrogancia romántica o ilusoria.
Es cuestión de amores que perdura y prevalece más allá de cualquier otra razón.
Algunos de nosotros hacemos silencio, afirmándonos en esta creencia, recordando a nuestros padres, hijos y hermanos y nos afirmamos en la esperanza.
Paz y Bien
Ricardo
LA HERMANITA PERDIDA
(Atahualpa Yupanqui/Ariel Ramírez)
De la mañana a la noche,
de la noche a la mañana,
en grandes olas azules
y encajes de espuma blanca,
te va llegando el saludo
permanente de la Patria.
Ay, hermanita perdida.
Hermanita, vuelve a casa.
Amarillentos papeles
te pintan con otra laya.
Pero son veinte millones
que te llamamos: hermana ...
Sobre las aguas australes
planean gaviotas blancas.
Dura piedra enternecida
por la sagrada esperanza.
Ay, hermanita perdida.
Hermanita, vuelve a casa.
Malvinas, tierra cautiva,
de un rubio tiempo pirata.
Patagonia te suspira.
Toda la Pampa te llama.
Seguirán las mil banderas
del mar, azules y blancas,
pero queremos ver una
sobre tus piedras, clavada.
Para llenarte de criollos.
Para curtirte la cara
hasta que logres el gesto
tradicional de la Patria.
Ay, hermanita perdida.
Hermanita, vuelve a casa.
aquí puede escucharse:
Es un día de amores, como ha de ser todos aquellos días de los que alguna vez reivindicamos desde el corazón la casa que se nos ha dado, que llamamos Patria y que sabemos Matria también.
No se trata de reivindicar lo espantoso e inhumano de la guerra, pero sí la ofrenda generosa de una vida que se entrega por los demás.
No es sólo cuestión de derecho, justicia e historia, sino también de que hay una parte de nosotros mismos que nos ha sido desgarrada, y que detrás de afirmaciones de soberanía hay profundas convicciones de hogar.
Han de saberlo nuestros hermanos enemigos: el imperialismo en su crueldad en el fondo sólo puede sostenerse por la imposición de la fuerza. Por eso mismo se vuelve torpe y estúpidamente peligroso en las armas que se sustenta y en el poder que detenta.
Pero nuestro regreso es inevitable.
No es arrogancia romántica o ilusoria.
Es cuestión de amores que perdura y prevalece más allá de cualquier otra razón.
Algunos de nosotros hacemos silencio, afirmándonos en esta creencia, recordando a nuestros padres, hijos y hermanos y nos afirmamos en la esperanza.
Paz y Bien
Ricardo
LA HERMANITA PERDIDA
(Atahualpa Yupanqui/Ariel Ramírez)
De la mañana a la noche,
de la noche a la mañana,
en grandes olas azules
y encajes de espuma blanca,
te va llegando el saludo
permanente de la Patria.
Ay, hermanita perdida.
Hermanita, vuelve a casa.
Amarillentos papeles
te pintan con otra laya.
Pero son veinte millones
que te llamamos: hermana ...
Sobre las aguas australes
planean gaviotas blancas.
Dura piedra enternecida
por la sagrada esperanza.
Ay, hermanita perdida.
Hermanita, vuelve a casa.
Malvinas, tierra cautiva,
de un rubio tiempo pirata.
Patagonia te suspira.
Toda la Pampa te llama.
Seguirán las mil banderas
del mar, azules y blancas,
pero queremos ver una
sobre tus piedras, clavada.
Para llenarte de criollos.
Para curtirte la cara
hasta que logres el gesto
tradicional de la Patria.
Ay, hermanita perdida.
Hermanita, vuelve a casa.
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