Lázaros y despertares

Para el día de hoy (10/04/11):
Evangelio según San Juan 11, 1-45

(No hay muchos discursos ni argumentaciones frente al dolor de la muerte de quien amamos.
Claro está, es posible menguar los efectos del golpe desde una racionalización que acepta a la muerte como parte natural de la existencia y también, con ciertos visos de resignación. Sin embargo, el dolor está allí agobiándonos y empujándonos impetuosas las lágrimas.
En el inconsciente profundo se conjugan la pérdida, el no volver a ver al ser querido, la culpa del sobreviviente, los tiempos perdidos, las palabras nunca dichas, el estupor por un cuerpo que ha comenzado a deshacerse y que hasta hace muy poco abrazábamos.

De algún modo, muchos sostenemos -aún en la neblina del llanto- la fé de Marta, una creencia que sostiene la recuperación en un tiempo final de la biología corporal degradada, cenizas recompuestas y nuevamente andantes, el desalojo de todos los cementerios. No está nada mal, hay en esa certeza creciente cierta fé en ciernes que sabe que la muerte no es el final, que hay más y que Jesús tiene mucho que ver con ello.

Sostenemos la fé de Marta, anegados por las lágrimas y la tristeza, culposos de honda soledad, sabedores de que Dios nos regresará a la vida, muy a pesar de todo indique lo contrario; con todos los ritos mortuorios que suman tonelaje cruel a nuestro pesar, seguimos creyendo.
Pero no basta ni es suficiente, nos reclama el Maestro.

Lázaro, en su raíz hebrea, significa literalmente "aquel que Dios ayuda" o también "aquel a quien Dios socorre".
Desde Jesús, nuestro horizonte pasa desde María y Marta al hermano muerto, Lázaros siempre ayudados y socorridos por Dios, aún en el tiempo de morir.

Lázaros llamados con su voz fuerte a despertarnos ahora, hoy mismo, de toda muerte.
Lázaros llamados a abandonar toda degradación y corrupción.
Lázaros llamados a salir fuera, de cara al sol, por la confianza en que las tumbas no son hogares para los amigos de Jesús: quien se afirma en la Buena Noticia, aunque muera su cuerpo sigue viviendo, por más que los demás lo coloquen en nichos de incertidumbre.

Hay demasiados vivos aparentes que en realidad están muertos; y hay también muchos que pueblan las necrópolis, y así y todo están más vivos que muchos que todavía andan por estas veredas.

Nuestra esperanza se funda en ese Jesús que es ante todo un amigo, que se deshace en llanto por estos lázaros que somos, por nuestras muertes diarias, y que se empeña en desatar las mortajas que nos impiden los pasos y el abrazo.

Hay vida más allá de esta vida acotada, y la resurrección no será solamente una cuestión postrera, un hecho futuro atemporal e impersonal.

La Resurrección acontece hoy mismo, y no es un hecho específico.
La Resurreción no es algo, es Alguien que está vivo, es contemporáneo y comparte nuestra cotidianeidad asumiendo en sus hombros nuestras muertes para que persistan nuestras vidas)

Paz y Bien


2 comentarios:

Angelo dijo...

A mi me encanta meditar la humanidad de Jesús. Esos sentimientos que quiso que viéramos en Él, para enseñarnos los frutos del amor.
Un abrazo y gracias por la reflexión de cada día.

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Y a tí, hermano, un sincero agradecimiento por compartir la luz de tu familia con tantos de nosotros, haciendo que esta familia que llamamos Iglesia se acreciente en santidad.
Un abrazo en Cristo y María
Paz y Bien
Ricardo

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