De la alegría que se descubre y recupera

Para el día de hoy (23/12/10):
Evangelio según San Lucas 1, 57-66

(Todavía hoy, de vez en cuando, podemos encontrarnos de modo cuasi milagroso con pequeñas comunidades capaces de compartir el dolor y la alegría, es decir, espacios de comunión y fraternidad en donde el otro siempre será muy valioso e importante, su dolor será el mío y mi alegría será descubrir a mis hermanos felices.
Y sucede también que en esos recintos de puertas y ventanas abiertas se descubre fraternalmente la acción de Dios en las vidas de todos.

Ain Karem, aldea perdida en las montañas de Judea.
La anciana Isabel se había recluido durante cinco meses al enterarse de ese embarazo tardío... a ojos precisos, estaba más para abuela que para mamá. Pero no hay imposibles para ese Dios misericordioso, y la que prefería esconderse ahora sale a la luz, compartiendo esa ternura expresada en ese hijo con los demás.

Así es la misericordia, amor de Dios que libera: de la esterilidad a frutos magníficos, del ocultamiento a la alegría compartida y a la vista de todos.

Tal es la importancia de esa pequeña comunidad que naturalmente discuten con amabilidad con el padre y la madre del recién nacido cual era el hombre que debía llevar el pequeño: lo usual era que llevara el nombre de su padre o, al menos, un nombre tradicional en los varones de la familia.
Sin embargo, todo se vuelve inusual cuando interviene el Altísimo y se inclina a la realidad diaria, y la primera en entenderlo ha sido -desde la visita de María- es Isabel. Quizás, con esa capacidad de ver más allá de lo aparente que tienen todas las madres, se mantiene firme en esa convicción: el niño ha de llamarse Juan, que en ese arameo antiguo significa "Dios es misericordioso".

Pero no es una mujer empecinada contra la opinión de todos: Zacarías -desde el silencio en el que estaba retirado- toma una tablilla y reafirma la decisión de su esposa. El niño ha de llamarse Juan.

Sucede entonces la admiración; sucede que en esas comunidades en donde el otro es verdaderamente importante, se dejan de lado empecinamientos y estériles discusiones y jamás se pierde la capacidad de asombro.

Al punto, Zacarías recupera la voz perdida y bendice y alaba a Dios por la gran misericordia que el Todopoderoso que ha tenido para con su esposa y él.
Zacarías -entrado en años- ha dejado de ser viejo: aún con un cuerpo achacoso, tiene palabras jóvenes para cantarle al Dios de la Vida, signo cierto de la presencia del Espíritu ¿acaso no lo vemos a menudo en muchos de nuestros abuelos, sin darnos cuenta quizás que es un milagro y un regalo?

Simultáneamente, lo que sería en otras circunstancias causa de discusiones y enojos, es motivo de alegría compartida. Parientes y vecinos, admirados de lo que han visto y oído, se deshacen y rehacen en alabanzas y alegría compartida; quizás porque sólo fraternalmente sea posible descubrir el paso de ese Dios Misericordioso en la vida cotidiana. Quizás también, porque cuando se acentúa lo individual, se sacrifica al otro y todo se nos vuelva estéril.
La alegría es contagiosa y se traslada más allá de la pequeña aldea, a toda la región montañosa de Judea.

Un niño -hijo anhelado y llegado milagrosamente en la vejez de sus padres- es motivo de transformación profunda de esos adultos que parecían condenados a sufrir el paso rutinario y agobiante del tiempo.
Un niño muy especial, ya bendito desde el vientre de su madre, y que viene abriendo caminos a otro Niño Santo esperanza de muchos.

Nos queda tal vez espejarnos allí, mirar y ver si nos reconocemos entre esas gentes, capaces aún hoy -con el paso cruel de años, dolores, miserias y rutinas- de asombrarnos de una vida que se renueva y reafirma en cada niño que nace, y si podemos -al menos por una vez- de romper las corazas que nos separan y junto al otro, redescubrir y recuperar la alegría del compartir.
Allí suceden los milagros, tal como la Navidad que sucede en nuestro presente
también ha de serlo)

Paz y Bien



10 comentarios:

Comunidad San Pablo dijo...

«Así es la misericordia, amor de Dios que libera: de la esterilidad a frutos magníficos, del ocultamiento a la alegría compartida y a la vista de todos.» ¡cuanta razón Ricardo! Me llevaste a los retiros, a las convivencias... cuando ves que todos viene con sus enormes cruces a cuestas... después la alegría, se recuperan los sordos, los rengos vuelven a caminar, hablan los mudos, cantan los que no saben...
Un abrazo enorme en Cristo.
Claudio

Rafael Humberto Lizarazo Goyeneche dijo...

Hola, Ricardo:

Que nunca perdamos la alegría de la navidad y que nuestra fe se acreciente diariamente.

Mil gracias por tu presencia y amistad, felices fiestas navideñas en paz y unión familiar.

Abrazos.

Magicomundodecolores dijo...

Ricardo: me encanta cómo sabes "traducir" el Evangelio, es asombroso cómo me transportas al lugar donde están estas gentes humildes y con gran fe, que al saber esperar, han visto la misericordia de Dios.
Así estamos estos días nosotros: felices en la espera, dichosos de que entre de lleno en nuestras vidas, ilusionados y deseando dar lo único que Él nos pide: amor.
Que tengas una linda Navidad junto a tus seres queridos. Un abrazo en Jesús y María.

P. Enrique dijo...

Interesante lo que hoy nos comparte, paso a saludarle, mañana vuelvo más despacio.

Anónimo dijo...

Que tenga una FELIZ NAVIDAD que el niño Dios que hoy nace nazca en vuestro corazón y toda su Familia que la legada del niño sea de bendiciones para usted os deseo una FELIZ NAVIDAD

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Claudio, quizás suceda así porque este Niño Santo que nos nace significa también el fin del "no se puede", y comienza el tiempo de los milagros en la vida cotidiana.
Una feliz, mansa y santa Navidad para vos, los tuyos y tu comunidad.
Un abrazo en Cristo y María
Paz y Bien
Ricardo

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

¡Qué bueno es encontrarte, estimado Rafael! Me uno a tus deseos, que todos tengamos unas fiestas felices y plenas de paz y de Dios con nosotros.
Un abrazo en Cristo y María.
Paz y Bien
Ricardo

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Marisela, es una gran alegría leer tus cálidas palabras.
Quiera Dios que crezcamos con la misma sencillez de Isabel y Zacarías, con la humildad de las gentes que a menudo encontramos en nuestros pueblos.
Que tengas una Navidad plena y en paz junto a los tuyos.
Un abrazo grande en Cristo y María.
Paz y Bien
Ricardo

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Un abrazo grande, padre Enrique, que la estrella de Belén nos guíe siempre los pasos al encuentro de la Salvación
Paz y Bien
Ricardo

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Muchas gracias, querida Lourdes.
Que esta Navidad sea también para tí y los tuyos motivo de celebración, de alegría y de paz.
¡Muchas felicidades!
Paz y Bien
Ricardo

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