Propietarios y permisos


Para el día de hoy (13/12/10):
Evangelio según San Mateo 21, 23-27

(Las autoridades del Templo -sumos sacerdotes y ancianos- necesariamente iban a estar en conflicto con Jesús.
Se creen propietarios, con derecho a extender permisos para actuar en todos los órdenes de la vida; quien actúe por fuera de su influencia y poder, corre el riesgo de ser severamente cuestionado, anatematizado y castigado por no haber pedido la pretendida autorización.

Han visto al Maestro sanando enfermos y expulsando demonios: sin embargo, se volvieron incapaces de descubrir la bondad, sólo detectan que Jesús no ha ido a ellos previamente a rendirles cuenta y a pedirles permiso, sólo entienden que lo que hace es bajo el influjo de una autoridad espúrea.

Nada esto nos es ajeno: conocemos sobradamente los casos de dirigentes políticos, censores moralistas y -tristemente- autoridades religiosas que se atribuyen la propiedad y autoridad por sobre los demás, el derecho a que el resto de la gente le rinda cuentas, le pida permiso, actúe bajo su control absoluto.

Como si para practicar la compasión y la misericordia...hubiera que estar autorizados.

Las dos posturas, la de los que se creen propietarios autorizantes y también, las de aquellos que someten un mandato del Evangelio a la coerción caprichosa de unos pocos y no al impulso del Espíritu, son extraños a la Buena Noticia.

Por ello mismo, el Bautista también había sido severamente cuestionado, por ello mismo Jesús sería condenado a muerte como blasfemo. Quizás no sólo por llamar Papá ¡Abbá! a Dios, sino por pretender que las hijas e hijos de Dios conformen una familia de servidores libres y no de esclavos sometidos por crueles egoísmos.

Su respuesta a esos propietarios brotará ingeniosa y libre: a pesar de todo, seguirá actuando según el Espíritu que lo anima en plenitud.

¿Cómo orientamos la reflexión de esta lectura en el tiempo que estamos viviendo, tiempo de peregrinar y cercanía?
El Dios del Universo se hace uno de nosotros, viene como un Niño frágil en brazos de su Madre, sin imponer ni condenar, asumiendo el sufrimiento del otro como propio, desde la libertad de entregarse por entero para la Salvación de toda la humanidad.

Nadie que adore a ese Niño Santo debe volver a pedir permiso para servir, para ser compasivo, para latir misericordia)

Paz y Bien

0 comentarios:

Publicar un comentario

ir arriba