Servir a Dios en el hermano










Domingo 13° durante el año

Para el día de hoy (02/07/17):  

Evangelio según San Mateo 10, 37-42




No hay medias tintas en la fé cristiana.

La Encarnación es el Dios Eterno que asume la condición humana, es decir, la humanización de la dimensión divina, y sucede en Jesús de Nazareth, Cristo de Dios, en su misma existencia, en sus gestos, sus acciones, su Palabra.

Por ello mismo, en Jesucristo acontece el sueño eterno de Dios para toda la humanidad, sueño de plenitud, de felicidad, de libertad, de generosidad sin límites, la incondicionalidad del amor, la ilógica del Reino.
Así el Maestro, y por ello todos los que sigan fielmente sus pasos, se vuelven señal de contradicción para mundos cada vez más inhumanos.

Cuando todo parece supeditado al precio, al dios mercado, Jesús de Nazareth vuelve a afirmar que no se puede estar del lado de la vida y del lado del dinero, dos señores contrapuestos.

Cuando todo se diluye en vanas ideas laxas que aparentan progresía y modernidad, el Maestro con un gesto antiguo renueva sus votos perpetuos de fraternidad, de solidaridad, de generosidad incondicional.

Cuando mediante sesudos razonamientos se pretende justificar la violencia -aún bajo el imperio de la ley-, Jesús vuelve a ofender las conciencias  moderadas con su vida ofrecida para que todos vivan, porque ninguna sangre ha de derramarse excepto la propia como siembra fértil de vida creciente.

Cuando se discrimina en propios y ajenos, cuando se acota la fé a templos de piedra, el Maestro rinde culto a ese Dios que está aquí, acampando entre nosotros,  en el servicio desinteresado en el templo vivo que es el hermano, el prójimo que se edifica.

Porque el amor es violento a los ojos más mezquinos, y muestra la preferencia de Dios hacia los más pobres y pequeños, porque ese Dios es el más pobre -pobre entre pobres-: se ha despojado de su eternidad para quedarse aquí, y nada se ha reservado, ni a su propio Hijo, para la Salvación

Paz y Bien

2 comentarios:

FLOR DEL SILENCIO dijo...

El secreto del amor reside siempre en un despojamiento total de nosotros mismos y una humildad radical.

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho el titulo que le has dado:
No hay medias tintas en la fé cristiana.

Somos o no somos. Nos damos o no nos damos. No se puede ser Cristiano sin la cruz. Gracias Ricardo. Feliz Domingo día del Señor.


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