Para el día de hoy (24/07/14)
Evangelio según San Mateo 13, 10-17
La distancia entre la infinitud de Dios y nuestras mínimas existencias es abismal. Dios es el Totalmente Otro, y nuestro lenguaje siempre será insuficiente para hablar acerca de Él: más aún, la verdad es que aún la meditación más profunda no puede expresar con precisión esas verdades divinas en lenguajes humanos. En cierto modo, somos mudos absolutos, inhábiles perpetuos cuando hablamos de Dios.
Pero ese abismo ha sido salvado por la irrupción en la historia de Cristo, Dios hecho hombre, puente bondadoso tendido a la humanidad, sacerdote cordial de nuestra redención. Dios se hace Palabra para que la humanidad encuentre el habla, el Verbo acampa entre nosotros.
Como niños pequeños, el aprendizaje del habla es progresivo, gradual. Se comienza por términos que apenas se balbucean con gracia -y con la Gracia-, vocablos que hablan de papá y mamá, del Dios de Jesús y María de Nazareth.
Por medio de las parábolas, Jesús abre las ventanas del alma a los misterios de ese Dios que se revela al hombre, y esas parábolas se nutren de lo cotidiano, pues es en el día a día en donde encontramos la esencia divina, el amor de Dios comunicado.
Pero esas parábolas, además de enseñanza, son también una invitación y un desafío.
Invitación a sumergirse en las profundidades de esa bondad que se nos ofrece a pura gratuidad. Desafío a abandonar cerrazones y oscuridades, pues está en nosotros cruzar ese puente sin peajes. El sol no puede ocultarse, sólo podemos escondernos de su reflejo.
Paz y Bien
2 comentarios:
Ver el mundo como si fuera por primera vez por los ojos de un niño nos permite nuevas soluciones a desafíos existentes.
Con ojos plenos de asombro, capaces de descubrir cada novedad con alegría.
Paz y Bien
Ricardo
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