Santa Marta, memorial
Para el día de hoy (29/07/14)
Evangelio según San Juan 11, 19-27
La pérdida de un ser querido a veces es incomprensible, excede por lejos cualquier intento de racionalización pues involucra al co-razón. Dolor y estupor. Los hermanos Marta, María y Lázaro conformaban una familia con raíces profundas, y en su casa de Betania el Maestro se sentía a sus anchas, como en hogar propio; quizás no haya una imagen mejor de la Iglesia, el ámbito familiar en donde Cristo se encuentra a gusto.
Pero no podemos perder de vista que el duelo por el fallecimiento de Lázaro sucede en Betania, y Betania se encontraba en plena Judea, a escasa distancia de la Jerusalem que espera, en tinieblas, que Jesús de Nazareth se haga presente para darle muerte, silenciarlo, suprimirlo. Pero el amor de Dios siempre prevalece más allá de toda previsión y de toda prudencia, y Jesús se llega allí sin vacilaciones aún a riesgo de perder la vida, condenado a muerte por hombres tenebrosos de brazo largo.
No hay mayor amor que dar la vida por los amigos, ratifica el Señor con su presencia. Porque Cristo dá su vida por los demás y dá vida. Dar la vida y dar vida.
Marta, de las hermanas, es la que se afanaba en el servicio y en las múltiples ocupaciones, quizás perdiendo de vista lo más importante. Pasional y proactiva, aún en medio del dolor sale al encuentro de ese Cristo que comparte sus lágrimas. En su dolor, le reclama al Maestro por el hermano muerto, pero no hay recriminación, hay amor y hay certeza cordial.
Marta sostiene la antigua creencia de una resurrección postrera, pero también una fé incoercible en su amigo entrañable, Jesús, el que llora con ella y con María. Precisamente, por esa confianza hará una confesión de fé arrolladora, categórica, la que se magnifica por el ambiente que conjuga dolor y peligro pero, por sobre todo, porque es una mujer quien la profesa.
Porque la fé no es la aceptación o adhesión a una idea o a una doctrina, sino la solidez de la unión y la confianza que se tiene en Cristo, Salvador del mundo y de nuestras vidas. Porque la Resurrección no es tema exclusivo de un futuro post mortem, sino que acontece aquí y ahora como la Salvación, presente perpetuo y eterno en la persona de Jesús el Señor.
Marta es modelo de fé que no puede estar escindida de los afectos, de seguir confiando a pesar de que todo indique lo contrario, de que Cristo supera todos los imposibles, de que toda lágrima ha de borrarse si Él se hace presente.
Paz y Bien
2 comentarios:
Tu blog de comentarios a la Palabra diaria, realmente es un regalo para muchos de nosotros! Felicitaciones y sigue adelante
Muchas gracias Juan por tus palabras. No hago demasiado aquí, si hay algún mérito es de ese Dios que a todos nos busca. Aún así, te confieso que a veces me cuesta horrores escribir una sola línea.
Pero el Espíritu es tenaz.
Un fraterno saludo en Cristo y María
Paz y Bien
Ricardo
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