Lo que no nos pertenece


Para el día de hoy (20/07/14) 

Evangelio según San Mateo 13, 24-43




Con un aroma grato y perdurable, las parábolas que el Evangelio para el día de hoy nos ofrece rezuman paciencia y confianza.

Pero es menester no cometer un error que se ha repetido a lo largo de la historia, el de la apropiación indebida. Con criterio espúreo, nos creemos validados para extirpar cizañas, para arrancar de cuajo malezas, para imponer criterios que no son más que vigas en los propios ojos, cizañas de nuestros propios corazones.

Porque en verdad, el campo no nos pertenece, y sin embargo nos solemos comportar como amos y señores aunque sólo somos jornaleros, obreros, viñadores que poseemos estos empleos por invitación cordial del dueño del campo. De Él es la confianza primordial, que ha depositado sin hesitar en cada uno de nosotros.
Pero esas vigas que nos enturbian los ojos no nos dejan reconocer este afecto fundante.

El Dueño del campo no se desentenderá jamás de esta tierra fértil que ama, tierra que late, tierra que anda, viña que somos. 
Aunque no querramos o podamos -en nuestras limitaciones y mezquindades- darnos cuenta, el Reino sigue creciendo, silencioso y humilde, pujante e imparable en estos páramos, aquí y ahora. Y es menester darse cuenta de sus brotes y la calidad de su buena semilla en los pequeños gestos que son sal y son luz, tan pequeños que contrastan con los grandes planes, antípodas del poder, pero que hacen que dé gusto vivir esta vida que se nos ha regalado, esta pequeña parcela de existencia que se nos ha confiado.

Y sumar. Sumar porque hay muchas mujeres y muchos hombres escondidos en lo cotidiano que son levadura, fermento, mujeres y hombres de pan que llevan en sus almas el trigo mejor de la vida plena, nuestra alegría, nuestra esperanza, un mundo completamente distinto y humano y santo que es posible si nos animamos y confiamos.

Paz y Bien

1 comentarios:

pensamiento dijo...

Al orar este evangelio, me fijaba los signos del reino la semilla sembrada por el hombre , la semilla de mostaza, y la levadura, y descubría que el Señor me invita a caminar desde lo profundo, desde dentro, sólo cuando vivimos desde lo profundo seremos buenos sembradores , buena semilla, y buena levadura, gracias.

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